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La "realidad física" de la subordinación de la UE a EE.UU.: racionamiento, inflación, traiciones, desunión y crisis política

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La Unión Europea acaba de acordar, y casi de celebrar por todo lo alto, el racionamiento del gas. Una medida insólita en el Viejo Continente que, unida a otras consecuencias de su subordinación a Estados Unidos en la guerra de Ucrania, está provocando una crisis económica, política y social de gran magnitud en unos países que todavía no se han recuperado de la crisis económica de 2008 ni de la pandemia de 2020. Parece increíble, pero la mayoría de los ciudadanos, como ocurre históricamente, creyeron la versión de los halcones occidentales y pensaron que la guerra en Ucrania solo sería un montón de películas que visionar con palomitas o novelas que devorar al final de la noche.

Sin embargo, hoy, el racionamiento del gas ni siquiera es el mayor problema al que se enfrentan los europeos: inflación, crisis política, polarización social o aumento de la extrema derecha en un escenario de pobreza y desigualdad provocado por las mencionadas crisis de 2008 y 2020. Sencillamente, Europa no estaba en posición de entrar en conflicto alguno, sino de ceder, de negociar y de acordar. De ceder, de negociar y de acordar la no expansión de la OTAN… ¡¡¡Porque todo esto es por la OTAN!!!

Por desgracia, si analizamos la historia —un 28 de julio como hoy comenzó la I Guerra Mundial—, los países de Europa Occidental se han mostrado durante décadas tan arrogantes que se han sumido en dos guerras mundiales que tuvieron como consecuencia, además de más de cien millones de muertos entre ambas y un desastre horripilante, la pérdida de su hegemonía mundial y su sumisión a Estados Unidos. Veremos las consecuencias a largo plazo de su actual alineamiento con Estados Unidos, pero, de momento, las consecuencias a corto plazo ya son una realidad. Una "realidad física" —Peter Szijjártó, ministro de asuntos exteriores húngaro, hace solo unos días: "Uno puede soñar, uno puede soplar varios globos, pero la realidad física es la que es. Es imposible comprar tal cantidad de gas en Europa sin las fuentes rusas"—.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Sencillamente, Europa no estaba en posición de entrar en conflicto alguno, sino de ceder, de negociar y de acordar. De ceder, de negociar y de acordar la no expansión de la OTAN… ¡¡¡Porque todo esto es por la OTAN!!!

Evidentemente, la "realidad física" es tozuda y lo ha sido siempre: si unos fulanos quieren atacar a otros que se encuentran en lo alto de una colina, están en inferioridad; si quieren asaltar un castillo, están en inferioridad; si quieren atacar a aquellos que controlan el nacimiento del río del que vive su país, están en inferioridad… y si quieres sancionar a un país del que dependes energéticamente, estás en inferioridad. Y no hay más. Es puro sentido común. Aunque las instituciones europeas, los gobernantes de los países y los medios de comunicación occidentales aseveran lo contrario con embustes descarados.

Del "botón nuclear" a la "bomba de relojería" 

"Las sanciones, una bomba de relojería capaz de descabalgar la economía rusa a partir del verano", titulaba el diario El País el pasado 4 de junio de 2022. Según el calendario, el verano comenzó hace más de un mes y, de momento, Rusia sigue sin quebrar. Ante estas —continuas— apocalípticas predicciones, la pregunta que muchos se harán en estos momentos es si las sanciones occidentales son realmente una bomba de relojería en Rusia, puesto que desde el 24 de febrero se han impuesto un total de siete paquetes de sanciones contra el país euroasiático. Máxime cuando, tras cada uno de los paquetes sancionadores, más mortífero y letal que los anteriores, según los políticos y periodistas europeos, los medios occidentales se apresuraron a lanzar titulares que incluyeron "Rusia" y "colapso económico" o algo similar. Para el recuerdo, el "botón nuclear" financiero, el mecanismo de comunicación bancaria denominado SWIFT, el cual aniquilaría la economía rusa, fue apretado por Von der Leyen el pasado 27 de febrero, hace más de cinco meses.

No sabemos si la economía rusa fue aniquilada por el "botón nuclear" financiero en febrero ni si la cuenta atrás de la "bomba de relojería" bajo la economía rusa se ha activado ya o está próxima a hacerlo, pero, hoy en día, Rusia, no solo se mantiene impertérrita tanto en el teatro de operaciones como en la sala de negociaciones, los dos escenarios en los que resulta más difícil ocultar la "realidad física", sino que, a cada semana, sus pretensiones aumentan y se presentan más sólidas.

Por el contrario, tras el sexto paquete de medidas, impuesto el pasado 3 de junio, un día antes del apocalíptico titular sobre la bomba de relojería ya mencionado, Europa empezó a palidecer ante los rumores sobre un posible corte de gas. De hecho, hace solo unos días, el 15 de julio, tras el séptimo paquete de sanciones contra Rusia, cuya medida principal es la prohibición del oro ruso, la principal preocupación pasó a ser el racionamiento del gas.

Del colapso económico de Rusia al racionamiento en Europa

Por ello, las predicciones apocalípticas para Rusia han quedado en un segundo plano en las últimas semanas ante las discusiones en la Unión Europea sobre un plan de racionamiento de gas a nivel continental. Un plan que, tras unas negociaciones muy duras, establece unas restricciones del 15 % del gas para la mayoría de los países de Europa y de un 7 % para otros países como España o Portugal. Ya ven, del colapso económico ruso al racionamiento en Europa no parece que exista tanta distancia. Eso sí, no es un racionamiento, es un "chantaje de Putin", y el gas no es ruso. Sí, como lo oyen. Cosas de los diarios occidentales: "El chantaje de Putin con nuestro gas", ha titulado El País, el 28 de julio.

Por desgracia, si después de siete paquetes de sanciones contra Rusia, los periodistas consideran un "chantaje" que esta corte el gas a Europa, encontrarán sujetos más objetivos en la barra de un bar mientras se emite un partido de fútbol. Y si el gas ruso es "nuestro", es decir, europeo en lugar de ruso o nuestro porque sí, ya es para que vuelvan a buscar la objetividad a la barra del bar, pero de madrugada. Sobre todo, porque, a todo esto, Rusia todavía no ha cortado el gas a Europa.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Por desgracia, si después de siete paquetes de sanciones contra Rusia, los periodistas consideran un "chantaje" que esta corte el gas a Europa, encontrarán sujetos más objetivos en la barra de un bar mientras se emite un partido de fútbol.

En cualquier caso, no quiero ser agorero, pues es de suponer que todo esto está muy próximo a su fin, pues la bomba de relojería ya se ha activado y los botones nucleares ya se han apretado. El final feliz, como si de una película de Hollywood se tratara, está próximo.

Europa, enfrentada y resquebrajada por la "realidad física"

Más allá de si el final feliz de la bonita película occidental está próximo o no, lo cierto es que Europa aparece enfrentada y resquebrajada. Un ejemplo de ello lo encontramos en lo que hizo Hungría hace solo unos días, el pasado jueves 21 de julio, cuando envió a su ministro de asuntos exteriores, Peter Szijjártó, a negociar en Moscú con el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, un aumento adicional de 700 millones de metros cúbicos de gas al año. De ahí sale la reveladora frase escrita con anterioridad, que vale la pena volver a reproducir: "Uno puede soñar, uno puede soplar varios globos, pero la realidad física es la que es. Es imposible comprar tal cantidad de gas en Europa sin las fuentes rusas" —afirmó Szijjártó—.

Ciertamente, la "realidad física" es que Hungría ha escenificado una ruptura que ha desangrado la unidad europea, pues, antes fueron Italia y España, con posiciones antagónicas en cuanto a Marruecos y Argelia, en ambos casos por el gas. Y, se mire por donde se mire, la "realidad física" es que Europa depende del gas ruso y la independencia energética no solo tiene un coste muy caro, sino que es casi inviable a corto plazo. Aunque los barcos de Biden cargados de gas lleguen al Viejo Continente, para mayor lucro de Estados Unidos.

La crisis política

Pero no solo Italia y España se traicionaron con una competencia desleal impropia dentro de una comunidad que se autoproclama como unida, ya que Italia se ofreció como socio preferente a Argelia después de que España cambiara su posición estratégica en cuanto al Sáhara para satisfacer a Marruecos, sino que el gobierno italiano ha caído. Y no es una caída cualquiera, se trata de la tercera economía de la Unión Europea, tras Alemania y Francia —Reino Unido sería la segunda—.

Mientras, en España, la cuarta economía de la Unión Europea y la quinta de Europa, los sondeos electorales han situado por primera vez en años al Partido Popular, un partido dañado en profundidad por las sombras de corrupción, como claro vencedor en unas elecciones generales: el partido conservador ha pasado del 21 % de estimación de voto en febrero de este año al 30,1 % en este mismo mes, julio. Ha ganado un 50 % de estimación de voto.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
La crisis política europea es, por tanto, una "realidad física" escrita en los libros de historia que nuestros gobernantes y medios de comunicación obviaron de forma deliberada o negligente. Tanto da. Es imposible saber qué es peor.

Además, en Reino Unido, después de múltiples escándalos, Boris Johnson ha cedido a la presión y ha tenido que dimitir y, en Francia, Marine Le Pen llegó a superar el 40 % de voto en la segunda vuelta de las elecciones legislativas. Poco después, Emmanuel Macron perdió la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional francesa, donde la izquierda consiguió el segundo lugar y la ultraderecha pudo formar grupo político propio. Y en Alemania, la situación no parece mejor y ya se habla abiertamente de crisis, austeridad y recesión.

La crisis política europea es, por tanto, una "realidad física". Una "realidad física" escrita en los libros de historia que nuestros gobernantes y medios de comunicación obviaron de forma deliberada o negligente. Tanto da. Porque es imposible saber qué es peor: que nuestros políticos, periodistas, analistas u opinadores no tengan ni idea de historia o que la ocultan. Elijan ustedes mismos entre susto o muerte.

Pero volvamos a la cuestión más relevante, a la verdadera "realidad física" de la crisis que afecta a millones de europeos: la expansión de la OTAN. De haber firmado un compromiso de no expansión de la OTAN, un puñetero papelito, Europa —ni los europeos ni el resto del planeta— no padecería la gran crisis que sufre, o, al menos, esta no sería tan acusada. Porque la "realidad física" es que la crisis que padece Europa es consecuencia, en buena medida, de la subordinación a Estados Unidos.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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