
El consumo de esta vitamina ayuda a mejorar el estado de ánimo, pero pocos lo saben

Existe un vínculo sorprendente entre la vitamina C y el cortisol, conocido popularmente como la hormona del estrés, y por ende afecta al estado de ánimo. Sin embargo, pocas personas conocen sobre esto.
Las personas que tienen deficiencia de esta vitamina a menudo se sienten fatigadas o deprimidas. Por su vez, el cortisol, que a pesar de estar presente en el organismo naturalmente en cantidades normales, su exceso puede desencadenar una serie de síntomas que amenazan la salud física, emocional y mental.
En condiciones normales, esta hormona se segrega siguiendo un ritmo circadiano: sus niveles son más altos por la mañana y van disminuyendo a lo largo del día. Sin embargo, suele liberarse en grandes cantidades ante situaciones de angustia y el organismo permanece en estado de alerta permanente, provocando desequilibrios.

En este sentido, la vitamina C se convierte en un gran aliado para mantener estables los niveles de cortisol. Presente en frutas como el kiwi, las fresas o las naranjas, y en verduras como el pimiento rojo y el brócoli, su función antioxidante ayuda a neutralizar los efectos negativos del estrés en el organismo.
Según varios estudios, un consumo adecuado de vitamina C puede disminuir el nivel de cortisol en la sangre y mejorar la resistencia al estrés. Modula los niveles de cortisol al regular el funcionamiento de las glándulas suprarrenales, que son responsables de producir esta hormona, por lo que un consumo adecuado mejora la respuesta al estrés.
Además, al actuar como un antioxidante, la vitamina C protege las células del sistema inmunológico y otros tejidos, que se ven comprometidos durante largos periodos de estrés, ya que se genera un exceso de radicales libres en el cuerpo por el cortisol elevado.
Suele estimular la producción de neurotransmisores como la serotonina y dopamina, que mejora el estado de ánimo y reduce la percepción del estrés, disminuyendo indirectamente el cortisol.