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Seis datos asombrosos de la vida del padre de la bomba atómica soviética

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Ígor Kurchátov fue un destacado físico, inventor y director científico del proyecto atómico soviético. Fundador del Instituto de Energía Atómica, se consagró como uno de los pioneros en el uso de la energía nuclear con fines pacíficos.
Seis datos asombrosos de la vida del padre de la bomba atómica soviética

Ígor Vasílievich Kurchátov ocupa un lugar excepcional en la ciencia del siglo XX y en la historia soviética. Físico ilustre y patriota, lideró el desarrollo de la energía nuclear en la URSS, creando en tiempo récord el escudo atómico del país y abriendo el camino al uso pacífico del átomo.

Nació el 12 de enero de 1903 en Simski Zavod, en la provincia de Ufá del entonces Imperio ruso. Tres veces Héroe del Trabajo Socialista, no solo fue fundador y primer director del Instituto de Energía Atómica (que en la actualidad lleva su nombre), sino también el principal director científico del proyecto atómico en la URSS y el padre de la bomba atómica soviética.

Su labor abarcó desde la física del estado sólido hasta la física nuclear y la ingeniería atómica. Se distinguió por su entrega total a la ciencia, su capacidad de organización, su sentido de responsabilidad y su exigencia combinada con humanidad, además de una energía y perseverancia que marcaron toda su vida.

Kurchátov anhelaba desde niño ser científico, pero durante mucho tiempo no pudo decidirse, ya que también soñaba con construir barcos. La vida le dio la oportunidad de llevar a cabo ambas empresas, pues tanto el rompehielos atómico Lenin como los submarinos atómicos son, en gran parte, obra suya.

Hijo de una familia golpeada por la Primera Guerra Mundial, se convirtió en una de las figuras clave de la ciencia soviética. Brillante desde joven, tras graduarse en física se unió al Instituto Físico-Técnico de Leningrado, donde destacó por sus estudios sobre radiactividad y semiconductores.

Durante la Segunda Guerra Mundial dirigió trabajos de desmagnetización naval y, poco después, asumió la jefatura del proyecto nuclear soviético. Bajo su liderazgo se construyó el primer reactor nuclear de Europa (F-1) y, en 1949, la URSS probó con éxito su primera bomba nuclear, poniendo fin al monopolio armamentístico estadounidense.

Kurchátov impulsó luego la creación de la bomba de hidrógeno y, fiel a su ideal del 'átomo pacífico', promovió en 1954 la primera central nuclear del mundo en Óbninsk. Visionario, apoyó la investigación en fusión controlada y la invención del tokamak (reactor de fusión nuclear inventado en la URSS, modelo más fiable hasta hoy; utiliza campos magnéticos para confinar plasma a altas temperaturas), que sentaron las bases de la energía del futuro.

La barba más icónica de la Unión Soviética

El sobrenombre 'Barba' con el que era conocido data de 1942, cuando se la dejó crecer con la promesa de no afeitársela "hasta la primera bomba atómica rusa". Los colegas del físico contaban que podían determinar su estado de ánimo por la forma en que se acariciaba su larga y espesa barba, que se asemejaba a un triángulo invertido.

También se relata que Kurchátov comenzó a dejársela crecer para no parecer demasiado joven en comparación con sus colegas académicos de más edad. Sus contemporáneos recuerdan que le gustaba reírse y bromear, y que inventaba apodos para sus compañeros.

El gato negro

Una mañana, como de costumbre, Kurchátov salió de su casa y se dirigió al edificio del Instituto de Energía Atómica. De repente, un gato negro se cruzó en su camino. El académico se dio la vuelta inmediatamente y tomó otra dirección.

Los jóvenes empleados se percataron de la maniobra y le preguntaron: "Ígor Vasílievich, ¿de verdad cree en las supersticiones?", a lo que él respondió: "¡No, claro que no! ¡Es anticientífico! Pero, ¿saben? [añadió en voz baja], dicen que los gatos negros traen mala suerte incluso a quienes no creen en ello. Y yo lo he comprobado más de una vez".

Prohibido volar

Kurchátov era una de las personalidades más importantes para la URSS, ya que ostentaba el cargo oficial de Director Científico de los Trabajos sobre el Uso de la Energía Atómica. Debido a esta enorme responsabilidad y por su seguridad, tenía prohibido volar en avión. Esta restricción fue una de las razones por las que se eligió a Óbninsk para construir la primera central nuclear del mundo, puesto que el trayecto en tren desde Moscú hasta esa estación le llevaba solo un par de horas.

Padre de la bomba atómica soviética

Hace 76 años se realizaron las pruebas de RDS-1, la primera bomba atómica soviética. Este acontecimiento marcó el comienzo de una nueva etapa en las relaciones internacionales: la era de la paridad.

Según los recuerdos de Kurchátov, en uno de los actos solemnes con motivo del éxito de la prueba de RDS-1, Stalin comentó: "Si nos hubiéramos retrasado un año o año y medio con la bomba atómica, seguramente la habríamos probado en nuestra propia piel".

Los esfuerzos para crear armas nucleares propias en la URSS se llevaron a cabo bajo la dirección del renombrado científico desde 1943, pero el retraso con respecto a los aliados era muy significativo, ya que en territorio soviético se libraba en esos años una sangrienta guerra contra el fascismo alemán.

La Unión Soviética necesitaba su propia arma, una que imposibilitara un ataque nuclear impune por parte de Estados Unidos. Según las previsiones norteamericanas, la URSS no podría disponer de ella antes de mediados de la década de 1950. Sin embargo, en agosto de 1945 los trabajos en esta dirección se aceleraron y, tras cuatro años de intensa labor, se logró lo impensable.

El 29 de agosto de 1949, exactamente a las 7 de la mañana, la URSS realizó su primera prueba de bomba atómica en el sitio de pruebas de Semipalátinsk, en Kazajistán.

La primera central nuclear del mundo

El 9 de mayo de 1954 se produjo la puesta en marcha del reactor de la primera central nuclear del mundo en Óbninsk. El 26 de junio, el vapor del reactor fue suministrado a la turbina, generando energía eléctrica.

Ígor Vasílievich Kurchátov estuvo presente. En ese momento, a las 17:45, cuando se abrió la válvula, felicitó a todos los participantes: "¡Que el vapor sea suave!", exclamó, un juego de palabras basado en la expresión rusa para desearle bienestar a quien acaba de tomar un baño de vapor. Con esta frase comenzó una nueva era de uso pacífico de la energía nuclear.

Todo fue en secreto, hasta tal extremo que ni siquiera se conservan fotografías de ese día. Pero actualmente en la central, convertida en museo, hay un documento que atestigua estas palabras, que se convirtieron en una tradición al arrancar el reactor.

Que Kurchátov estuvo presente en el arranque se supo gracias a los recuerdos de los veteranos, que contaban como Ígor Vasílievich estaba nervioso pero no interfería en el proceso. Confiaba en la gente y consideraba que la operación debía ser dirigida por una sola persona.

La famosa frase de Kurchátov "El átomo debe ser un trabajador, no un soldado"— resultó profética. El sueño del científico se hizo realidad.

Muerte repentina

El domingo 7 de febrero de 1960, Ígor Kurchátov, de 57 años, llegó al sanatorio Barvija, cerca de Moscú, para visitar a su amigo, el académico Yuli Jaritón, y dar un paseo juntos por el parque.

"Hablemos de los últimos resultados de tu trabajo", dijo Ígor Vasílievich, tomando a Jaritón del brazo. "Y yo le contaré las ideas que hay que llevar a cabo. Sentémonos", agregó. Quitaron la nieve del banco y se sentaron.

De repente, hubo una larga pausa. Jaritón se dio la vuelta y vio que Kurchátov estaba muerto. Más tarde, los médicos determinarían que la muerte se había producido por una embolia сardíaca causada por un trombo.

Su última fotografía fue tomada en el panel de control de la instalación de fusión nuclear Ogra a las 12 del mediodía del 6 de febrero, contemplando la cima inalcanzable que soñaba con conquistar: la reacción de fusión nuclear controlada.

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