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Los celulares y las computadoras traen un peligro potencialmente mortal

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La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer clasifica el trabajo nocturno por turnos como "probablemente cancerígeno".
Los celulares y las computadoras traen un peligro potencialmente mortal

La luz artificial es imprescindible en la sociedad moderna, al permitirnos realizar todo tipo de tareas en la noche, algo que hace cientos de años era inconcebible. Sin embargo, la exposición a esa iluminación nocturna y en especial a la luz azul debe ser regulada, ya que diferentes investigaciones han determinado que puede afectar el sueño y potencialmente causar enfermedades.

¿A qué tipo de patologías estaríamos expuestos?

Durante la noche, permanecer en un entorno iluminado podría alterar procesos biológicos claves relacionados con el cáncer, como la regulación hormonal, la reparación del ADN y la inflamación. De hecho, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer clasifica el trabajo nocturno por turnos como "probablemente cancerígeno", basándose en evidencias que apuntan a un mayor riesgo de cáncer de mama, próstata y colon. 

Asimismo, estudios recientes muestran que incluso pequeñas cantidades de luz nocturna pueden aumentar hasta en 30 % el riesgo de diabetes tipo 2, ya que la iluminación interrumpe los ritmos circadianos que regulan el metabolismo y la sensibilidad a la insulina. Se le ha relacionado, además, con enfermedades cardiovasculares y con la obesidad.

¿Por qué la luz afecta el sueño?

La exposición a la luz artificial nocturna (ALAN, por sus siglas en inglés) interfiere en el ritmo circadiano (el reloj biológico del cuerpo) y suprime la secreción de su regulador clave: la melatonina, manteniendo al organismo en un constante estado de alerta.

No es preciso que haya una bombilla de gran intensidad: basta con ocho lux (unidad de medida), un nivel de brillo que superan la mayoría de las lámparas de mesa e incluso las pantallas de los celulares y las computadoras, para producir un efecto negativo.

El ritmo circadiano de las personas noctámbulas es un poco más largo, mientras que el de los madrugadores se ubica por debajo de las 24 horas. En 1981, Charles Czeisler, de la facultad de medicina de Harvard (EE.UU.), demostró que la luz del día mantiene el reloj interno de una persona alineado con el entorno.

El peligro del color azul

No todos los colores de la luz tienen el mismo efecto. Las longitudes de onda azules, que son beneficiosas durante el día porque aumentan la atención, el tiempo de reacción y el estado de ánimo, parecen ser las más disruptivas por la noche.

La luz azul, emitida por pantallas y luminarias nocturnas, destaca por su capacidad especialmente intensa para frenar la producción de melatonina, mucho más que otros tipos de iluminación. Esto quedó demostrado en un experimento de Harvard, donde se compararon 6,5 horas bajo luz azul con el mismo tiempo bajo luz verde de igual intensidad: la azul redujo la melatonina por el doble de tiempo y provocó un desplazamiento circadiano dos veces mayor.

Un segundo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá), halló que las personas expuestas a una iluminación interior fuerte pero protegidas con gafas que bloqueaban la luz azul mantenían niveles de melatonina similares a quienes estaban en un ambiente con luz tenue, lo que respalda la idea de que este espectro luminoso es el principal responsable de la inhibición hormonal.

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