Esta noche, no solo Santa Claus traerá regalos. En distintos lugares de España, niñas y niños esperan a variados y míticos personajes que llegan cargados con divertidas y emocionantes sorpresas.
En Cataluña, por ejemplo, tienen al Caga tió, un tronco de madera del que, mágicamente, cada 24 de diciembre salen regalos para los más pequeños.
La tradición apunta que, en las semanas previas a Navidad, la familia tiene que ir al bosque y elegir un tronco que considere adecuado, llevarlo a su casa, dibujarle una carita sonriente y colocarlo en un lugar especial en el que los niños puedan verlo en todo momento. También lo pueden comprar ya hecho.

Una vez instalado, deben "alimentarlo" todas las noches con pequeñas raciones de comida. Pueden ser frutas o galletas. Cuando llega la cena del 24 de diciembre o la mañana del 25, niños y adultos lo llevan al centro de la sala, lo cubren con una manta y le cantan una canción mientras lo golpean suavemente con un bastón para que "cague" regalos.
"Caga tió / avellanas y turrones / no cagues arenques / que son demasiado saladas, caga turrones que son mejores / si no quieres cagar / te daré un golpe de bastón", reza uno de los estribillos que más se interpreta durante la festividad.
Cuando las familias terminan de entonar la canción, le sacan la manta al tronco y ahí encuentran los regalos que hacen felices a los menores.
Bondad y solidaridad
En el País Vasco (español y francés) y Navarra tienen al Olentzero, un carbonero mitológico que representa a un hombre robusto, vestido con la típica txapela (boina) vasca. Su ropa, manos y rostros tienen manchas oscuras debido al carbón que hay en el bosque en el que vive y trabaja durante todo el año.
Según algunas versiones de la leyenda, es un personaje solitario y amante de la comida y bebida abundante, que solo baja a los pueblos cada 24 de diciembre para anunciar que la Navidad está a punto de llegar. Camina cargado con regalos, por lo que algunos le relacionan con la bondad y solidaridad, aunque otras tradiciones lo pintan como un ser que castiga a las personas malvadas.

"Se ha ido para siempre a las montañas / a trabajar con intención / hacer carbón experto en su oficio / 'Jesús nace', él vino corriendo informar / aquí, aquí nuestro Olentzero / con una pipa en los dientes él está sentado / también tiene capucha con huevos revueltos / para almorzar mañana con una botella de vino", cuenta una versión libre de una de las canciones más escuchadas en la región.
Contra el hambre
En Galicia está El Apalpador, un personaje que, al igual que el carbonero vasco, cada año baja de las montañas. La diferencia es que también puede hacerlo el 31 de diciembre, o los dos días.
Mientras camina por el bosque, recoge castañas que guarda en una bolsa de tela. Una vez que llega al pueblo, palpa la panza de niñas y niños para ver si han comido bien a lo largo del año. Al principio, solía dejarles frutos de regalo, pero ahora ya se actualizó y ofrece ropa o juguetes.

Su origen se debe a que, en tiempos antiguos, las castañas eran consideradas un alimento clave en épocas de escasez, por lo que tenerlas podía ayudar a evitar hambrunas.
Ese es precisamente el objetivo del Apalpador: que los menores no pasen hambre.
"Ve pronto mi pequeño / ahora sal a caminar / que viene el Apalpador a sentir tu barriga / el gran día ha llegado / día de nuestro señor / el gran día ha llegado / y vendrá El Apalpador / Mañana es el día de la cachela (patata cocida) / que habrá una gran nevada / y El Apalpador vendrá con castañas", dice una de las canciones populares que se han escrito en su honor.







