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La compra de Banamex seduce al Gobierno de México: ¿una jugada maestra por la soberanía financiera?

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Hacerse de un banco con estas características, según un especialista consultado por RT, dotaría al Gobierno de una herramienta decisiva para fomentar el desarrollo de la economía.
La compra de Banamex seduce al Gobierno de México: ¿una jugada maestra por la soberanía financiera?

La Administración del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se declara lista para llevar a cabo una maniobra histórica: adquirir Banamex, uno de los bancos comerciales de mayor tamaño, poseedor de una vasta cartera de clientes.

De concretarse la adquisición, se abre la posibilidad de que el Gobierno de la denominada Cuarta Transformación comience a poner orden en un sector que, desde hace décadas, obtiene ganancias exorbitantes, rechaza ser objeto de regulación alguna y no fomenta la actividad productiva.

La inercia se rompió en el Palacio Nacional

Desde que era candidato a la presidencia, López Obrador prometió a los propietarios de los bancos que, de triunfar en las elecciones, este sector se mantendría sin cambios. No habría una reforma regulatoria, les aseguró.

Adicionalmente, se respetaría la autonomía del banco central, el Banco de México, además de que se seguirían pagando, al pie de la letra, todas las obligaciones financieras adquiridas durante los Gobiernos anteriores.

Algunos legisladores del oficialismo, no obstante, llegaron a proponer iniciativas para poner un alto a las elevadas comisiones impuestas por los bancos.

Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, fue quien, sorprendiendo a propios y extraños, puso sobre la mesa una iniciativa sobre el tema a finales de 2018.

La senadora Bertha Alicia Caraveo presentó la propuesta, a nombre del exgobernador de Zacatecas, que buscaba eliminar el cobro de comisiones por operaciones de consulta de saldo, retiros en efectivo en cajeros internos, reposiciones de plástico bancario por robo o extravío y pago tardío de un crédito, entre otros conceptos.

En aquel momento, Caraveo denunció que las utilidades de los bancos en México se generaban principalmente a partir del cobro de elevadas comisiones: durante el primer trimestre de 2018, por lo menos un 50% correspondió a este rubro.

No obstante, Yeidckol Polenvsky, en ese entonces presidenta nacional del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), precisó que esa propuesta no formaba parte de las iniciativas del grupo parlamentario del oficialismo en el Senado, sino que había sido presentada a título individual.

Ya despachando en el Palacio Nacional, López Obrador también rechazó promover cualquier iniciativa orientada a modificar las reglas del sector financiero. Fue así como la iniciativa de Monreal quedó enterrada por sus propios correligionarios.

Por otro lado, en los primeros meses de su mandato, López Obrador cayó en cuenta de que el Gobierno carecía de la infraestructura financiera necesaria para distribuir los programas sociales en los rincones más apartados de México.

Para resolver esta situación, en un primer momento, el mandatario tejió un acuerdo de cooperación con Banco Azteca, propiedad del empresario Ricardo Salinas Pliego, la entidad bancaria de mayor cobertura nacional.

Dotar al Gobierno de un mayor protagonismo en el sistema financiero mexicano nunca fue una propuesta de campaña de López Obrador. Sin embargo, todo parece indicar que las circunstancias lo llevaron a cambiar de parecer.

A través de esta institución se comenzaron a distribuir los recursos de los programas sociales auspiciados por el Gobierno de la denominada Cuarta Transformación (apoyos a madres, becas estudiantiles, pensiones para adultos mayores, etc.).

Ya en un segundo momento, el presidente mexicano tomó la decisión de dar un nuevo impulso al Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), que a la postre terminó convirtiéndose en el Banco del Bienestar.

Con el apoyo de ingenieros y personal de las Fuerzas Armadas, el Gobierno anunció la construcción de más de 2.700 sucursales de esta institución en todo el territorio nacional para elevar la bancarización, así como la inclusión financiera.

El objetivo estratégico era contar con la capacidad para hacerse cargo de la distribución de los recursos de los programas sociales que había sido delegada al Banco Azteca ante la falta de infraestructura.

Cabe destacar que dotar al Gobierno de un mayor protagonismo en el sistema financiero mexicano nunca fue una propuesta de campaña de López Obrador. Sin embargo, todo parece indicar que las circunstancias lo llevaron a cambiar de parecer.

No se plantea una reforma legal, uno de los compromisos sobre el que volvió a insistir el mandatario en la 85ª Convenció Bancaria, llevada a cabo en marzo de 2022. Sin embargo, su Administración se propone ir mucho más lejos del solo fortalecimiento del Banco del Bienestar.

Y es que luego de que el empresario Germán Larrea desistiera de la compra de Banamex, el Gobierno encontró una oportunidad para adquirir un banco de gran envergadura y, con ello, hacerse de una herramienta clave para fomentar el desarrollo de la economía.

Por una palanca de desarrollo nacional

La banca juega un papel fundamental en la economía. A las empresas, la banca les concede créditos. Y el precio (tasa de interés) de estos financiamientos determina, en buena medida, el grado de dinamismo de la actividad productiva.

Arturo Huerta González, catedrático de la Facultad de Economía de la UNAM, asegura que, a partir de la etapa neoliberal –que comenzó a principios de la década de 1980–, la banca en México dejó de operar a favor de la esfera productiva.

En lugar de ello, explica el investigador, los bancos se han dedicado a obtener ganancias de corto plazo—vía operaciones especulativas, por ejemplo—, con lo cual, dejaron de generar un impacto sustantivo en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

Huerta González destaca que, de 1939 a 1981, cuando la banca mexicana estaba bien regulada, la economía creció a un 6,4 % promedio anual; mientras que, de 1982 hasta la fecha, ya liberalizado el sector, la economía solamente se ha expandido a un 2 % promedio anual.

El académico explica a RT que el Gobierno debe darle una nueva funcionalidad a la banca, hacer de ella una verdadera "palanca de desarrollo". "Hay que subordinar al sector financiero a favor de la dinámica productiva", sentencia.

López Obrador declaró en una de sus conferencias matutinas que para su Gobierno era importante hacerse de un banco, luego de darse a conocer que Grupo México ya no sería el comprador de Banamex.

A finales de mayo, el mandatario reconoció que la banca representaba un "gran negocio" y que, en caso de adquirir Banamex, el Gobierno podría ahorrar una buena cantidad de recursos.

Puntualizó que, si su Administración manejaba todo el presupuesto a través de la banca comercial, pagaba comisiones; de tal suerte que, con la adquisición de Banamex, el Gobierno finalmente dejaría de hacer desembolsos por este concepto.

Huerta González asegura que la visión presidencial sobre el rol que desempeña la banca es muy corta de miras. Destaca que, si el Gobierno consigue hacerse de este banco, las implicaciones irían mucho más allá de evitar el pago de comisiones.

El objetivo estratégico de los bancos, explica, es otorgar facilidades de créditos a empresas, así como a pequeños y medianos productores. Si aumenta la inversión, entonces se fomentaría la creación de empleo y, con ello, el bienestar.

De 1939 a 1981, cuando la banca mexicana estaba bien regulada, la economía creció a un 6,4 % promedio anual; mientras que, de 1982 hasta la fecha, ya liberalizado el sector, la economía solamente se ha expandido a un 2 % promedio anual.

La banca en México, comenta Huerta González, abandonó a su suerte a agricultores, pequeños y medianos productores, así como a los empresarios de la gran industria.

De acuerdo con datos de fuentes oficiales recabados por el investigador, en marzo de 2023 el crédito que la banca comercial otorgó al sector agropecuario, silvicultura y pesca, fue de apenas un 2,2 % del total de la cartera de financiamientos otorgados al sector privado.

Mientras que los créditos canalizados al sector secundario (manufactura, construcción, electricidad, agua y gas y minería) representaron solo un 19,9 % de los otorgados al sector privado, cuando en la década de 1970 representaron más de un 40 por ciento del total.

Así las cosas, el crédito destinado al sector productivo a todas luces resulta insuficiente para sacar a la economía de una dinámica de bajo crecimiento, asegura Huerta González.

Un gran negocio en juego

A lo largo del último año los bancos en México ganaron 236.000 millones de pesos (unos 13.720 millones de dólares), de acuerdo con datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).

Después de que en 2020 sus utilidades cayeran por la creación de reservas preventivas, en el medio de la pandemia por covid-19, los bancos lograron sobreponerse. En 2022, de hecho, aumentaron sus ganancias, varios de ellos incluso rompiendo récords.

Las utilidades de los bancos aumentaron en un 30 % en comparación con 2021, cuando alcanzaron los 182.075 millones de pesos (unos 10.585 millones de dólares).

Banamex, el banco que el Gobierno pretende comprar, obtuvo ganancias por un total de 20.433 millones de pesos (unos 1.187 millones de dólares).

Es el segundo banco con el mayor número de tarjetas de crédito para financiar consumo—un segmento que ha venido en aumento durante los últimos años—, con un total de 7.874.546 plásticos en circulación. Por donde se le vea, será un gran negocio para su comprador.

Luego de que Grupo México desistió de la compra de Banamex, en Citigroup tomaron la decisión de que la venta se realice en la bolsa valores, a través de una Oferta Pública Inicial, que planea llevarse a cabo en 2025.

Arturo Huerta González comenta que el Gobierno mexicano debe dar la batalla para convertirse en dueño del banco.

Y es que, advierte, hay bastante oposición entre los accionistas de la banca comercial, que prefieren que este sector sea propiedad exclusiva de los privados.

Son muchos los intereses que están en juego. Los bancos en México han terminado desempeñando un rol que es contrario al bienestar del país, asevera.

Y es que dictan al Gobierno en turno una política económica a su favor, se oponen a la reducción de comisiones y cualquier regulación, mientras que, al mismo tiempo, se apropian de los fondos de pensiones.

Por lo tanto, si el Gobierno mexicano concreta la compra, sería una jugada maestra para comenzar a poner orden y hacerse de soberanía financiera, esto es, de la capacidad para reorientar los créditos de la banca de acuerdo con las prioridades nacionales.

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