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Terrorismo, indignación y mentiras: Los tres días que cambiaron la historia de España

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Una decena de bombas dejaron 192 muertos y casi 2.000 heridos, a horas de que el país celebrara elecciones generales.
Terrorismo, indignación y mentiras: Los tres días que cambiaron la historia de España

Este lunes se cumplen 20 años del peor atentado terrorista sucedido en suelo europeo en el siglo XXI. El 11 de marzo de 2004, diez bombas detonaron en cuatro trenes provenientes del extrarradio de Madrid, en las cercanías de la estación de Atocha, provocando 192 muertos y casi 2.000 heridos, entre las 7:37 y las 7:39 de la mañana, en plena hora punta.

Otras tres bombas no estallaron. Dos lo harían horas después, de forma controlada, por los agentes especialistas en desactivación de artefactos explosivos de la Policía. El último pudo ser desactivado y fue la clave para entender lo que había pasado y dar con los responsables.

La masacre tuvo lugar un jueves. Tres días después, el domingo 14 de marzo, los españoles estaban llamados a las urnas para participar en unas elecciones generales. El atentado lo cambió todo y sus consecuencias todavía se siente.

La guerra de Irak y una célula yihadista

Una célula yihadista había realizado el mayor atentado en un país de la Unión Europea (UE), tres años después del perpetrado el 11 de septiembre de Nueva York. Ambos atentados estaban relacionados.

Hoy se sabe que la masacre de Madrid fue una venganza por la participación de España en la guerra de Irak –pese al repudio de toda la sociedad española– y por la operación Dátil, el dispositivo antiterrorista más importante que se desarrolló en Europa para desmantelar células yihadistas.

Debido a ese operativo, en noviembre de 2001 fueron arrestados más de 20 miembros de Al Qaeda en España. Todos estaban vinculados al ataque a las torres gemelas.

Entre los arrestados se encontraba Dahadah, mano derecha de Azizi, a quien diferentes investigaciones señalan como la persona que estaría detrás de la planificación de los atentados de Atocha.

Estrategia política y comunicativa: apostando todo a ETA

En un primer momento, cuando los teléfonos sonaban para avisar de que habían explotado varias bombas en trenes, todos los pensamientos se centraban en la banda terrorista ETA.

Era el terrorismo que conocía el país desde hacía cuarenta años, ya que la organización armada reclamaba la independencia del País Vasco de España utilizando la violencia. Sin embargo, algo no cuadraba, no era su forma habitual de actuar.

ETA apuntaba normalmente a objetivos concretos: policías, guardias civiles, funcionarios de prisiones, políticos. Si bien en numerosas ocasiones hubo víctimas colaterales, incluidos niños, un ataque tan masivo no parecía encajar.

ETA sobrevivía gracias al apoyo, cada vez más escaso, de una parte de la sociedad vasca, que estaba dispuesta a soslayar parte de su violencia, pero que no podría apoyar un atentado de estas características. 

Según pasaban las horas, sucedió algo inédito: para estar informado de lo que pasaba en el país había que recurrir a la prensa extranjera. Así, mientras que los titulares de la prensa nacional atribuían el atentado a ETA, medios como Le Monde en Francia, The Guardian en el Reino Unido, Frankfurter Allgemaine Zeitung en Alemania o Il Corriere de la Sera en Italia, apuntaban ya al terrorismo yihadista.

Disyuntiva electoral

En ese momento se abrió a nivel político una disyuntiva: si era ETA, el Gobierno que entonces dirigía el presidente conservador José María Aznar había acertado en sus políticas y pronósticos y ganaría las elecciones; mientras que si era la yihad, la oposición de izquierdas tenía la razón en su cerrada crítica a la participación de España en la guerra de Irak, iniciada justo un año antes.

El mismo día del atentado se encontró la furgoneta utilizada por los terroristas, con una cinta con versículos del Corán y un teléfono en la mochila, que no explotó y que condujo a los investigadores hasta un locutorio en el multicultural barrio de Lavapiés. El día 12 se logró la detención de tres ciudadanos marroquíes; mientras que el 13, el portavoz militar de Al Qaeda en Europa, Abu Dujan Al Afgani, reivindicó el atentado.

Sin embargo, durante esos tres días el Gobierno conservador de José María Aznar mantuvo la autoría de ETA en el atentado, muy particularmente el entonces ministro de Interior, Ángel Acebes.

De hecho, la insistencia era tal que Aznar llegó a llamar a los directores de los principales medios de comunicación del país para trasladarles la postura de su Gobierno y defender la autoría de la banda terrorista vasca.

La sensación de una parte de la población de que se le mentía descaradamente y que, para ello, el Gobierno no dudaba en utilizar políticamente a dos centenares de muertos, generó un fractura social de gran escala.

La ciudadanía permaneció unida en un principio. En unos días en los que el país estaba de luto y la capital, Madrid, se había convertido una ciudad triste, gris y en la que nadie se atrevía a reír, consciente de la magnitud de la tragedia, el dolor comenzó a dar paso a la indignación.

Vuelco electoral y 20 años de 'teoría de la conspiración'

Por primera vez se convocaba a una manifestación durante la jornada de reflexión, el día antes de las elecciones, la más masiva que vivía Madrid desde el secuestro, y posterior asesinato por parte de ETA del concejal Miguel Ángel Blanco, en el verano de 1997. La movilización de 2004 fue el preludio de un cambio de Gobierno.

Tres días antes de esa marcha, todas las encuestas daban por ganador al Partido Popular (PP) de Aznar, que no se presentaba a los comicios y había designado como sucesor a Mariano Rajoy. Sin embargo, el PSOE, liderado por un primerizo José Luis Rodríguez Zapatero, consiguió ser el partido más votado con casi un 43 % de los sufragios.

Desde entonces una serie de medios de comunicación y algunos de los periodistas más conocidos del país, como Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, se esforzaron por difundir hipótesis alternativas sobre la autoría y motivación del atentado, que han sido conocidas como 'teorías de la conspiración'.

En ellas se apuntaba reiteradamente a la participación de ETA, al punto que se llegó a afirmar una connivencia con el aparato del Estado, en el que estarían involucrados policías y miembros del estamento judicial. Asimismo, se señaló –sin pruebas– a la participación del PSOE, por un supuesto interés de revertir el resultado de las urnas.

Los ataques de prensa y políticos conservadores se dirigieron incluso hacia algunos familiares de víctimas que no compartían el relato de esas teorías alternativas, como Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11M afectados del terrorismo, que perdió a su hijo, de 20 años, en los atentados.

En febrero de 2007 comenzó el juicio por los atentados del 11M. Durante cinco meses se sentaron en el banquillo 29 acusados, de los cuales 19 fueron condenados a distintos tipos de penas.

Hasta ahora, todos han cumplido sus condenas, salvo tres de ellos, que continuarán en prisión hasta 2044: Emilio Suárez Trashorras, Jamal Zougam y Otman el Gnaoui.

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