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El principal mito sobre el estatus nuclear de Ucrania tras la URSS

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En el contexto de las lamentaciones del régimen de Kiev sobre su falta de armamento nuclear, cabe recordar qué ocurrió con las armas de este tipo en Ucrania tras el colapso de la URSS y qué papel desempeñó EE.UU. al dejar sin estatus nuclear a su actual aliado.
El principal mito sobre el estatus nuclear de Ucrania tras la URSS

Las autoridades ucranianas recientemente de nuevo abordaron el tema de las armas nucleares, con el líder del régimen de Kiev, Vladímir Zelenski, proclamando que el armamento de este tipo es una de las dos opciones que tiene Ucrania para defenderse y lamentando que el país hace 30 años renunció a las armas nucleares bajo el Memorando de Budapest, firmado en 1994.

El régimen de Kiev cuenta constantemente una historia sobre cómo Ucrania heredó de la URSS la tercera mayor capacidad nuclear del mundo tras su colapso en 1991 y cómo entregó todas sus armas nucleares a Rusia como gesto de buena voluntad a cambio de garantías de seguridad tres años más tarde mediante la firma del mencionado memorando.

Sin embargo, la pregunta es si eso fue realmente lo que pasó y si de verdad Ucrania tenía un potencial nuclear que podía usar. También se debe cuestionar qué papel interpretaron los aliados del régimen de Kiev hace más de tres décadas para garantizar el estatus de Ucrania como país sin armas nucleares.

¿Cómo Ucrania obtuvo armas nucleares?

El colapso de la URSS provocó que las armas nucleares que antes poseía un solo país acabaran en el territorio de cuatro países a la vez: Bielorrusia, Kazajistán, Rusia y Ucrania. Sin embargo, Rusia se convirtió en el sucesor legal de la Unión Soviética y, en consecuencia, en un Estado poseedor de armas nucleares y firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que planteó dudas sobre el estatus de los otros tres países y la necesidad de incluirlos en el sistema de no proliferación nuclear.

En aquel momento, en Ucrania se encontraban unas 2.000 cabezas nucleares estratégicas, misiles balísticos intercontinentales, armas nucleares tácticas y cazas capaces de transportar estas armas. Pero estaban bajo el control del Mando Conjunto de las Fuerzas Estratégicas y, además, las claves para su uso las tenían antes los dirigentes de la URSS y posteriormente los de Rusia.

"Todos los sistemas de control estaban en Rusia. La llamada maleta negra con el botón de arranque, eso lo tenía el presidente ruso Borís Yeltsin", admitió el entonces presidente ucraniano, Leonid Kravchuk, en una entrevista al medio alemán Deutsche Welle. Además, el exmandatario señaló que Ucrania no tenía dinero para mantener las armas nucleares y, al mismo tiempo, no las producía, lo que dificultaba el mantenimiento de cabezas nucleares. "Nos habría costado 65.000 millones de dólares, y las arcas del Estado estaban vacías", contó Kravchuk.

¿Ser un país nuclear o no?

Bielorrusia y Kazajistán no reclamaron el estatus nuclear, y Ucrania también reafirmó su compromiso con la desnuclearización tanto en la declaración de soberanía de 1990, en la que el país declaraba su intención de "convertirse en el futuro en un Estado permanentemente neutral que no participe en bloques militares y se adhiera a tres principios no nucleares: no recibir ni producir y tampoco adquirir armas nucleares", como en documentos adoptados tras la independencia de Ucrania.

En mayo de 1992, en la capital portuguesa, Lisboa; Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Kazajistán y Bielorrusia firmaron el llamado Protocolo de Lisboa, según el cual Ucrania, Kazajistán y Bielorrusia se convertían en partes del tratado START-1 (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas) y se comprometían a deshacerse de las armas atómicas lo antes posible y a adherirse al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares como Estados no poseedores de este tipo de armamento.

Sin embargo, a pesar de todos los acuerdos, en 1992 la posición de las autoridades ucranianas comenzó a cambiar y empezaron a soñar con el estatus nuclear del país, transfiriendo gradualmente al Ejército ucraniano la responsabilidad del almacenamiento seguro de las armas nucleares.

A principios de 1993, se decidió iniciar negociaciones entre Rusia y Ucrania para ofrecerle a Kiev garantías de seguridad y compensación a cambio de la retirada de todas las armas nucleares del país. El equipo negociador ruso fue encabezado por el diplomático Yuri Dubinin, quien recuerda que las primeras negociaciones no condujeron a nada después de que la delegación ucraniana reclamara la "propiedad" de Kiev sobre las "cabezas nucleares", yendo esencialmente en contra de sus propias leyes y negándose a cumplir sus obligaciones internacionales.

La preocupación por la retórica de las autoridades ucranianas, que proclamaban al país "propietario de las armas nucleares", empezó a ser expresada por otros países, especialmente Estados Unidos, que pidió ser incluido en el proceso de negociación. Tras más de medio año de negociaciones, Rusia y Ucrania consiguieron llegar a un consenso y en septiembre, en una reunión en la localidad de Massandra, los presidentes de los dos países acordaron retirar las armas nucleares de Ucrania. Sin embargo, la parte ucraniana saboteó posteriormente los acuerdos, reclamando su derecho a conservar algunas de las armas nucleares.

¿Qué es el Memorando de Budapest?

EE.UU. estaba muy preocupado por la situación, ya que no quería ampliar el 'club nuclear', por lo que decidió participar en las negociaciones con Ucrania junto con Rusia.

El 14 de enero de 1994, en la capital rusa, los presidentes de Rusia, EE.UU. y Ucrania firmaron acuerdos trilaterales por los que Kiev se comprometía a transferir todas las armas nucleares a Rusia, recibiendo como compensación de Moscú combustible para centrales nucleares y de EE.UU. varios cientos de millones de dólares en el marco del Programa de Cooperación para la Reducción de la Amenaza (programa Nunn-Lugar), que implicaba la asistencia a los países de la antigua Unión Soviética en la eliminación de armas nucleares, químicas y biológicas.

Para consolidar el consenso, estos tres países y el Reino Unido firmaron el 5 de diciembre de 1994, en la Cumbre sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) celebrada en la capital húngara, Budapest, un memorando sobre garantías de seguridad en relación con la adhesión de Ucrania al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, más conocido como Memorando de Budapest. Rusia, EE.UU. y el Reino Unido actuaron como garantes de la seguridad, y posteriormente también aportaron garantías Francia y China. Cabe señalar que un memorando es esencialmente un documento en el que se esbozan las opiniones del gobierno sobre una cuestión, y no un tratado jurídicamente vinculante.

De acuerdo con el documento, Rusia, Reino Unido y EE.UU., teniendo en cuenta el compromiso de Ucrania de retirar todas las armas nucleares de su territorio, reafirmaron:

  • Respetar la independencia, la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania.
  • Abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de Ucrania, salvo en legítima defensa o de otro modo, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
  • Abstenerse de toda coacción económica encaminada a subordinar a sus propios intereses el ejercicio de Ucrania por los derechos inherentes a su soberanía.
  • Buscar una acción inmediata por parte del Consejo de Seguridad de la ONU para ayudar a Ucrania en el caso de que sea víctima de un acto de agresión u objeto de una amenaza de agresión con armas nucleares.

El chantaje nuclear

En la narrativa política contemporánea de Ucrania, la convicción sobre el estatus nuclear perdido y el mito sobre Ucrania como una gran potencia nuclear independiente se han consolidado con fuerza.

Así, hace tres años, David Arajamiya, el jefe de la fracción del partido gobernante Slugá Naroda (Servidor del Pueblo, en español) en la Rada Suprema (Parlamento ucraniano), dijo que consideraba la renuncia de las armas nucleares un "error fatal" de Kravchuk, porque si Ucrania hubiera sido una potencia nuclear, "todo el mundo le habría hablado de otra manera". "Podríamos chantajear a todo el mundo y nos darían dinero para el mantenimiento [de armas], tal como ocurre ahora en muchos países", señaló Arajamiya en una entrevista con la cadena Ukraina 24.

Esta semana el tema de las armas nucleares fue abordado varias veces por el líder del régimen ucraniano, Vladímir Zelenski, que declaró a sus aliados occidentales que hay solo dos opciones para defender a Ucrania: su adhesión a la OTAN o las armas atómicas. No obstante, después aseveró que Kiev "no iba a amenazar al mundo con armas nucleares" y subrayó el deseo de su país a unirse al bloque militar, encabezado por EE.UU.

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