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La nueva ruta de comercio que puede romper la hegemonía del canal de Panamá

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El ambicioso proyecto quiere unir el corazón productivo de Suramérica con vías de comunicación que conecten la costa de Brasil con los puertos del norte de Chile, pasando por Argentina y Paraguay.
La nueva ruta de comercio que puede romper la hegemonía del canal de Panamá

Cuatro países de Suramérica están trabajando conjuntamente en la infraestructura más ambiciosa del continente. El objetivo es dar a luz una alternativa al canal de Panamá atravesando el subcontinente y uniendo el Atlántico y el Pacífico.

Se trata del Corredor Bioceánico Vial, una iniciativa en la que están inmersos Brasil, Paraguay, Argentina y Chile que busca interconectar las cuatro naciones y que tiene un enorme potencial económico, comercial, estratégico, político y turístico.

La enorme red de carreteras, puentes e infraestructuras tendrá una longitud de alrededor de 2.400 kilómetros, la distancia que separa los puertos chilenos de Antofagasta, Iquique y Mejillones de la ciudad brasileña de Porto Alegre.

Cruzará ocho pasos fronterizos y regiones estratégicas de los cuatro países y se convertirá en una de las vías terrestres más importantes para el comercio mundial.

Su costo estimado se eleva hasta los 10.000 millones de dólares, pero una vez en marcha reducirá los tiempos logísticos, evitando el desvío de mercancías hasta el canal de Panamá.

El proyecto nació el 21 de diciembre de 2015, cuando los Gobiernos de Brasil, Chile, Argentina y Paraguay firmaron la Declaración de Asunción, y una década después, se prevé que se ponga en funcionamiento en 2026.

Un puente entre el Atlántico y Asia

El objetivo es que la ruta se convierta en un puente entre el Atlántico y Asia, gracias a la construcción de grandes infraestructuras interterritoriales, como carreteras, puentes, ferrovías y túneles, y a la coordinación de medidas que favorezcan el tránsito de personas y bienes.

Paraguay prevé una enorme disminución de sus costes logísticos en sus exportaciones agrarias, especialmente la soja, de la que el país es el cuarto exportador mundial. Una salida directa al Pacífico le abriría aún más las puertas de los mercados asiáticos, sin depender de la vía fluvial panameña.

Lo mismo sucede para los productos brasileños y argentinos, dependientes del saturado canal de Panamá y que podrían ahorrar costes y tiempos para llegar a China, Japón o Corea del Sur.

El entusiasmo de Chile

El Gobierno de Chile, liderado por su presidente Gabriel Boric, ha anunciado recientemente medidas concretas para el tramo final del proyecto, a través de un plan de acción coordinado por varios Ministerios para acelerar los tramos nacionales del Corredor.

El plan incluye 22 proyectos de infraestructuras, entre los que se encuentra: la mejora de carreteras que conectan con los pasos fronterizos; la modernización de puertos; la actualización del molo en Antofagasta; la conversión del puerto de Tocopilla en un nodo logístico, la construcción de puertos secos y el fortalecimiento de la seguridad en las fronteras.

El Gobierno chileno señaló que el proyecto se estructura en torno a cinco ejes: la seguridad nacional, la infraestructura habilitante, la capacidad logística y portuaria, la articulación entre países y fronteras y las oportunidades de negocio e inversión privada.

De hecho, el Corredor fue uno de los temas principales que Boric trató con el presidente Santiago Peña en su visita oficial a Paraguay el mes pasado.

Integración regional

El proyecto no solo tiene ambiciones en el comercio transoceánico, sino que también tiene el propósito de dinamizar zonas productivas de las cuatro naciones: el Gran Chaco paraguayo, el noroeste argentino, el centro brasileño y la costa norte chilena.

Permitirá interconectar polos agroindustriales, mineros y logísticos de los cuatro países y abrirlos a los mercados más competitivos del planeta.

Situado en torno al trópico de Cáncer, el Corredor atraviesa el corazón de ZICOSUR (Zona de Integración del Centro Oeste Suramericano), donde se ubican provincias argentinas, estados brasileños, departamentos de Bolivia y Paraguay, regiones chilenas y peruanas y municipios de Uruguay.

Se pretende subsanar la histórica carencia en las comunicaciones que ha hecho que, por ejemplo, el noroeste argentino estuviera desconectado del Chaco paraguayo, o esas dos regiones del sudoeste brasileño.

Así, en el punto de mira también está la transformación de varias zonas de Campo Grande, en Brasil, en centros logísticos enfocados a la exportación a Asia o al almacenamiento de importaciones del mercado asiático u otros.

En el caso de Argentina se podrían habilitar centros empresariales y logísticos en las provincias de Jujuy y Salta; mientras que en Chile la concentración del tránsito de mercancías en sus puertos del norte brindaría la oportunidad de diversificar su producción, ahora eminentemente minera.

Además del productivo, también en el sector turístico se auguran sinergias entre los cuatro países implicados en el Corredor, uniendo atractivos turísticos de interés internacional en una misma ruta que podrá ser recorrida en tan solo unos días.

Retos por delante

Sin embargo, la construcción y la puesta en marcha de las infraestructuras no es el único punto que garantizará el éxito de la iniciativa.

También se requiere armonizar normativas aduaneras, sanitarias y migratorias de los países implicados. Así, se deben implementar sistemas para agilizar los controles, la informatización integrada y estudios conjuntos con el sector privado.

Otro punto imprescindible es la implementación de infraestructuras de telecomunicaciones adecuadas, asegurando la dotación de cableado de fibra óptica, u otra solución análoga, para dotar de conexión a Internet a todos los sistemas.

El mensaje lanzado al mundo es diáfano: el Cono Sur quiere abandonar su dependencia de rutas externas, modernizar sus infraestructuras y convertirse en un actor competitivo a nivel global.

Los beneficios están claros: reducción del tiempo de transporte de mercancías desde Brasil, Paraguay y Argentina hacia mercados asiáticos; mayor competitividad para los puertos chilenos; desarrollo de infraestructuras de todo tipo en todo el trayecto; y el estímulo al comercio intrarregional y a la inversión privada.

Si quieres saber por qué es tan importante el canal de Panamá, lee este artículo.

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