
El 'tecnofeudalismo' marca distancia de Trump: ¿qué hay detrás?

La reciente pelea pública entre Donald Trump y Elon Musk no solo ha sacudido a los mercados y la escena política, sino que ha puesto en evidencia el peso que ejercen las grandes figuras del poder tecnológico, un dominio que algunos expertos —como el economista griego Yanis Varoufakis— definen como 'tecnofeudalismo'.
Durante la campaña electoral y los primeros meses del nuevo mandato de Trump, la relación entre ambos parecía sólida. Musk donó al menos 277 millones de dólares para apoyar su reelección y promovió su figura a través de miles de publicaciones en su red X. Ya en el poder, Trump nombró al magnate como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), desde donde lideró recortes presupuestarios clave.

El punto de ruptura llegó con la aprobación del 'One Big Beautiful Bill Act', una ley fiscal que Musk calificó como "una abominación repugnante" por incluir recortes a ayudas sociales y a incentivos para energías renovables. Esto último afectaba directamente a Tesla. Musk no solo criticó el contenido del proyecto: exigió públicamente su retirada e incluso apoyó un mensaje en X que decía que Trump debía ser destituido.
El mandatario respondió con dureza y amenazó a Musk con cancelar sus contratos federales. Musk contraatacó vinculando a Trump con los archivos del caso del financiero fallecido Jeffrey Epstein, acusado de tráfico sexual de menores, y llegó a decir que esa era la razón por la que no se hacían públicos.
Según Varoufakis, autor del libro 'Tecnofeudalismo: lo que mató al capitalismo', el viejo capitalismo basado en mercados libres ha sido reemplazado por un sistema donde las plataformas digitales actúan como nuevos señores feudales. No producen riqueza a través de la competencia, sino extrayendo rentas gracias al control de datos, algoritmos y redes de infraestructura digital.

Lo que comenzó como un desencuentro por un presupuesto, se convirtió en una guerra abierta que ya no dependen de estructuras institucionales tradicionales para hacer política. Tanto Trump como Musk usan sus plataformas (Truth Social y X) para imponer sus mensajes, movilizar a millones y condicionar decisiones políticas.
Varoufakis considera que quien controla actualmente las plataformas domina el mercado, la opinión pública, la agenda política y hasta la seguridad nacional.
Musk, por ejemplo, amenazó con desmantelar la nave espacial Dragon de SpaceX —clave para la NASA— si se cancelaban sus contratos. Luego se retractó, pero el mensaje fue claro: si puede paralizar una misión espacial con un solo tuit, eso podría significar que el Estado no tiene el control total sobre su propia operatividad estratégica.
El mercado tiembla
El conflicto ha tenido consecuencias inmediatas. Las acciones de Tesla cayeron más de un 14 % en un solo día, y Musk perdió 34.000 millones de dólares de su fortuna. La criptomoneda meme $TRUMP bajó un 10 %, provocando pérdidas estimadas de 900 millones de dólares para el presidente. Las plataformas Truth Social y las empresas asociadas también sufrieron caídas.

No es la primera vez que el mandatario se enfrenta a un titán digital. Durante su primer mandato, tuvo un conflicto prolongado con Jeff Bezos, fundador de Amazon y propietario de The Washington Post. Trump acusó a Bezos de utilizar el periódico como un arma política en su contra y de beneficiarse de privilegios fiscales, alegando que Amazon eludía impuestos de forma sistemática.
Tanto en el caso de Musk como en el de Bezos, los conflictos trascendieron lo económico y reflejaron tensiones más amplias entre diferentes centros de poder. Aunque la actual disputa con el magnate de origen sudafricano no ha finalizado, el enfrentamiento ha puesto en evidencia hasta qué punto las grandes figuras tecnológicas no solo influyen en la economía, sino que también tienen capacidad para desafiar públicamente al poder estatal.
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