El 'oro rojizo' que suponen los taninos en el interior de los troncos del quebrazo alimenta a una industria textil del lujo, principalmente en Europa, que está ocasionando la deforestación y el desmonte de una enorme parte de la región chaqueña argentina.
Ese extracto vegetal se utiliza para curtir el cuero aportándole firmeza, cuerpo y aroma, a través de un lento proceso artesanal, para después vender el material a la marroquinería o a marcas de moda de alta gama.
Desde el monte chaqueño, a través del puerto de Buenos Aires, esos taninos se exportan a unos cincuenta países, nutriendo a grandes compañías y dejando un deterioro medioambiental, trabajadores mal pagados y enormes ilegalidades que las autoridades no quieren o no pueden atajar, según un artículo de investigación publicado en Revista Anfibia.

El Gran Chaco argentino forma parte del Chaco Americano, el pulmón más importante de Sudamérica después de la Amazonía. Son más de un millón de kilómetros cuadrados repartidos entre Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil, que cobijan uno de los bosques secos más grandes y diversos del planeta y también de los más amenazados.
Se calcula que en las dos últimas décadas han sido taladas más de 13 millones de hectáreas, un área tan grande como España y Francia juntos.
Allí crece el quebracho colorado, una especie nativa que tarda entre 20 y 50 años en alcanzar su madurez y que además de madera, produce el tan demandado tanino.

Las localidades de Puerto Tirol y La Escondida albergan las dos grandes industrias de procesamiento de tanino: la argentina Unitan e Indunor, del grupo italiano Silvatean.
Marcas como Timberland, CAT, Dr. Martens, Wolverine o H&M fueron clientes de pro Golden Chang Shoes, una empresa con sede en Bangladesh que, en 2024, compró productos elaborados por tanino de quebracho a la empresa estadounidense Tannin Corporation, que lo había adquirido de Unitan.
Un desastre ambiental sin controles
El gran problema se produce con la extracción de la madera de manera descontrolada. A pesar de que en Argentina existen normativas para proteger sus bosques y ecosistemas, generalmente no se cumplen por la avaricia de las compañías y la falta de medios para su control por parte de las autoridades.

Como resultado, entre 2010 y 2023, la deforestación en el Gran Chaco argentino alcanzó las 183.000 hectáreas por año, nueve veces el tamaño de la ciudad de Buenos Aires.
La causa judicial conocida como La mafia del desmonte, presentada por la Asociación de Argentina de Abogados Ambientalistas, permitió conocer que de las 200.000 toneladas de quebracho colorado que las tanineras consumen al año, 80.000 corresponden al desmonte realizado de forma ilegal.
En parte, la práctica es posible porque hace años se crearon autorizaciones especiales, que permiten comercializar árboles derribados por topadoras de manera ilegal. De acuerdo a las pesquisas, 365 permisos se concedieron entre 2020 y 2024.
Pero proveer una industria millonaria no deja réditos a las comunidades. De hecho, las labores de desmonte generalmente quedan en manos de trabajadores jornaleros informales con salarios ínfimos, mientras que el índice de pobreza de la región es cercano al 80 %.
En medio de ese panorama, la investigación periodística asegura que ya no quedan montes nativos intactos en el país suramericano, y que los agujeros legales de la Unión Europea, principal compradora de materias primas del sur, permiten continuar con el expolio.


