En San Petersburgo botan una central electroatómica flotante
En San Petersburgo se ha realizado la botadura del bloque energético matriz de la central electroatómica flotante, la primera de este clase de navíos construida en Rusia. El 30 de junio, todavía sin combustible a su bordo, el Académik Lomonósov —así se llama la unidad— inició en las aguas del río Neva las pruebas de su manejabilidad y solidez al ambiente.
La unidad flotable representa visualmente un barco de 140 metros de largo y 30 de anchura, que en realidad no puede desplazarse en el agua independientemente, sino siempre a fuerza de un remolque. Esa resolución está destinada para cuidar al máximo la seguridad de la instalación energética: todos los aparatos potencialmente detonantes y sustancias inflamables deberán ubicarse fuera del bordo.
Se supone que la nueva central sea controlada por el Ministerio de Emergencias junto a la corporación estatal especializada Rosatom, empleándola para abastecer con electricidad y calor las localidades de la zona ártica de Rusia privadas de la infraestructura y especialmente en casos de averías en sus sistemas energéticos estacionarios que ocurren con frecuencia en aquellos territorios. Pero todo lo dicho será posible desde el 2012, cuando terminaría todo el tipo de pruebas y los reactores —vacíos por el momento— alcanzarían su productividad nominal.
El proyecto fue bastante costoso, ya que la bolsa federal, a través de Rosatom, gastó cerca de 550 millones de dólares para que fuera viable. Aunque esta suma abarca, además de la construcción, todo el equipo necesario, la maquinaria y el combustible nuclear, estos componentes todavía permanecen depositados en la costa. Con respeto a ciertos temores de las autoridades danesas y de otros países de la región Báltica, los energéticos rusos cargarán los reactores no en los astilleros de San Petersburgo sino en Múrmansk, el puerto septentrional ruso que está situado a orillas del Océano Ártico. El bloque matriz será remolcado hacia aquel puerto para el próximo otoño.
Serguéi Kirienko, el director general de la corporación estatal, apeló en su discurso inaugural en la cubierta de Lomonósov a la opinión de unos expertos internacionales cuando dijo que tras el inicio de la construcción en serie, siempre que Rosatom ofrezca un buen precio competitivo, al menos el 20 o 25% del número total de pedidos en el sector de la energía atómica lo constituirán aquellas estaciones de pequeña capacidad.
Uno de los dirigentes inmediatos del proyecto, Serguéi Zaviálov (del concierto Rosenergoatom responsable por la construcción), confesó que en el coste actual de la nave de unos 67 millones de dólares correspondían a las obras hidrotécnicas y se comprometió a reducir el precio de los futuros bloques energéticos flotantes en dos veces. De esta manera, los ordenantes futuros de los nuevos ‘lomonósov’ podrán contar con importantes rebajas debido a que la primera central ha sido remunerada por el estado de Rusia.