Condenado un acusado por los atentados en embajadas de EE. UU. en África
Ahmed Ghailani, uno de los principales acusados del caso de los ataques a dos embajadas de EE. UU. en África oriental en 1998, fue condenado este martes a cadena perpetua y a pagar una multa de 33 millones de dólares. El acusado, de 36 años, ha sido el primer detenido en Guantánamo que fue procesado en un juicio civil.
El juez Lewis Kaplan calificó a los delitos en Nairobi (Kenia) y Dar es Salaam (Tanzania) como "horrorosos" añadiendo que "fue una matanza y mutilación a sangre fría de personas un gran número de inocentes. Arruinó la existencia de millares más, a quienes les cambió la vida para siempre. El propósito del delito fue crear terror, causando muerte y destrucción en una escala que era difícil de imaginar en 1998, cuando ocurrió" y condenó al tanzanio por más de 200 cargos de asesinatos y conspiración en los ataques.
Ahmed Ghailani, fue capturado en Pakistán en 2004 tras 14 horas de confrontación con las fuerzas de seguridad pakistaníes, trasladado a Guantánamo en 2006 y, después de 3 años, llevado a Estados Unidos.
De acuerdo con las pruebas disponibles por la acusación, el criminal ayudó a comprar componentes para las bombas. Según el FBI, Ghailani fue entrenado por Al Qaeda, trabajó de guardaespaldas y cocinero de Osama Bin Laden en Afganistán y falsificó documentos para la organización terrorista.
El tanzanio pidió compasión al juez explicando que ha sido torturado a lo largo de años de prisión y que fue engañado por sus amigos para participar en los ataques. Sin embargo Kaplan afirmó que lo que él pasó en prisión “palidece en comparación con los sufrimientos y horror que causó junto con otros sentenciados”. Otros cuatro participantes del crimen fueron condenados a cadena perpetua en 2001.
Más de 30 victimas escribieron al juez pidiendo el máximo castigo para el terrorista.
Una vez anunciada la sentencia el fiscal general, Eric Holder, comentó que el castigo una vez más muestra la fuerza del sistema judicial norteamericano, que lleva a los terroristas a tener que asumir la responsabilidad por sus hechos.