Los misterios del sexo troglodita
Nuestra visión de la historia humana sigue cambiando. Había un tiempo cuando a los neanderthales se les consideraba como nuestros antecesores directos y no se dudaba que de ellos procedieron los hombres de Cromañón, es decir, los primeros hombres modernos europeos. Pero luego se reveló que los neanderthales de ninguna manera son nuestros parientes, y estos dos tipos humanos parecen entre sí menos que un macaco y un chimpancé.
Ya en 1997 el famoso antropólogo Svante Pääbo comprobó que los neanderthales son un tipo aparte de seres razonables, y tanta es su diferencia genética del hombre de Cromañón, que su parentesco es absolutamente imposible. Los ADN de las dos especies tienen 202 ’letras’ distintas.
Sin embargo, los neanderthales, que se extingueron por alguna causa desconocida hace unos 30.000 años, y los cromañones, que les sucedieron exitosamente, no solamente existían en el mismo tiempo durante mil o dos mil años. En Europa, algunos lugares de Asia y en Siberia ambos habitaban en territorios vecinos. A finales del siglo XX, los antropólogos todavía creían que dos tipos de homínidos tan diferentes genéticamente, no tenían contacto alguno de acuerdo a las leyes de la naturaleza.
Pero como en un sinfín de casos, los científicos se equivocaron. La revelación sensacional ha sido presentada al público recientemente, en la conferencia anual de la Asociación Americana de Antropólogos Físicos en la ciudad de Alburquerque, en Nuevo México, Estados Unidos.
“Los neanderthales no desaparecieron sin dejar huella”, afirmaron los investigadores. Según el genético Jeffrey Long de la Universidad de Nuevo México, cada uno de nosotros tiene una pizca de restos de un neanderthal.
El equipo científico encabezado por Long analizó el material genético de casi 2.000 personas, tomado de los representantes de 99 populaciones humanas de África, Asia, Europa, Oceanía y las Américas. Luego analizaron 614 posiciones de microsatélites, que son secciones del genoma que se pueden utilizar como las ’huellas dactilares’, y compusieron un árbol genético: un esquema de evolución con los períodos de modificaciones claramente visibles.
Según los investigadores, resulta que en la historia humana había por lo menos dos períodos cuando los neanderthales y los cromañones se apareaban. Estos mestizajes ocurrían hace unos 60.000 años en la región del Mar Mediterráneo y luego hace 45.000 años en la Asia Occidental. Y tuvieron a descendientes. “Eso es algo inesperado”, confesaron los científicos.
Los estudios mostraron, que solamente los habitantes de África no tienen huellas de estas relaciones en su ADN, los que llevó a la conclusión que los hijos comunes de ambas razas empezaron a nacer tras los ancestores de los hombres modernos, abandonaron el Continente Negro y avanzaron a otras partes del mundo. Resultó que los descendientes de los primeros “matrimonios” interraciales fueron a parar en Europa, Asia y América del Norte, mientras que los descendientes del segundo período, de estas relaciones, se encontraron en Oceanía.
Hace poco incluso el famoso antropólogo Svent Pebo cambió su opinión, porque ya han encontrado varios enterramientos en los que representantes de ambos tipos yacían juntos. El profesor afirma que los neanderthales y cromañones sí podían tener relaciones íntimas, pero duda de que ellos pudieran tener hijos capaces de reproducción, porque los híbridos normalmente son estériles.
Sin embargo, se están obteniendo evidencias que complementan esas teorías de mestizaje. Erik Trinkaus de la Universidad Washington de Missouri, reconstruyó basándose en los fósiles la apariencia de un hombre que vivía unas 40.000 años en Rumanía, encontró en su imagen muchos rasgos de un neanderthal y un cromañon. Los índices de un híbrido asimismo fueron hallados en los restos de un hombre, que vivía hace unos 20.000 años en Australia.
Desgraciadamente, los científicos todavía no conocen los detalles de cómo los neanderthales cortejaban a las cromañonas o los machos ’conquistaban’ a las mujeres de Neanderthal. Pero tal vez esto nos lo contará la pintura rupestre, que todavía queda por descubrir.