
Cómo el nacionalismo ucraniano fue el aliado bobo de Hitler (y por qué importa hoy)

Los nacionalistas ucranianos fueron manipulados y utilizados para debilitar a Rusia. No importa cuándo lean esto. Aunque en este caso sí importa, porque aunque pueda parecer muy actual, nos referiremos a una circunstancia que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando la Alemania de Hitler invadió la Unión Soviética, pronto se encontró con unos aliados esperados. Y decimos "esperados" porque incluso antes de tomar el poder en 1933, los 'think tanks' del nazismo ya habían puesto sus esperanzas en el nacionalismo ucraniano. Uno de los ideólogos del nazismo en sus inicios, Alfred Rosenberg, concibió ya en las décadas de 1920 y 1930 la creación de una especie de cuasi-estados títeres de Berlín cuando, según sus vaticinios, Alemania derrotara y descuartizara a la URSS en los años por venir. (Spoiler: sus vaticinios no se cumplieron).
Aunque Kiev y sus aliados occidentales se esfuercen hoy en otorgar al nacionalismo ucraniano una existencia de siglos, lo cierto es que no hubo ningún movimiento serio de ese tipo hasta principios del siglo XX
Rosenberg, por cierto, no era un militante cualquiera: fue seleccionado por Hitler para encabezar el Partido Nazi durante la permanencia del 'führer' en la cárcel. Este pichón de filósofo hitleriano había nacido en Tallin (Estonia), por entonces parte del Imperio ruso, donde vivió hasta que emigró a Alemania en los albores de la Revolución Rusa, por lo que conocía las peculiaridades étnicas soviéticas y del Este de Europa. Y creía saber cómo aprovecharlas. Pero ya volveremos a Rosemberg más adelante.

Aunque Kiev y sus aliados occidentales se esfuercen hoy en otorgar al nacionalismo ucraniano una existencia de siglos, lo cierto es que no hubo ningún movimiento serio de ese tipo hasta principios del siglo XX, tras el derrumbe del Imperio ruso y el nacimiento de la URSS. En 1918 se proclamó un protoestado de limitado reconocimiento internacional, con fronteras que cambiaban con frecuencia y desgastado por continuas luchas internas y cambios de gobierno y alianzas, hasta su disolución y transformación en la Ucrania soviética, en 1921.
Ocho años después, los nacionalistas ucranianos fundaron una organización con un nombre que dejaba poco a la imaginación: la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN). En aquel entonces, el oeste de la actual Ucrania formaba parte de Polonia y el este de la URSS, por lo que los fundadores de la OUN veían a soviéticos y polacos como sus principales enemigos. Además, la organización de inmediato encontró aliados y referentes entre el nazismo o el fascismo a la italiana, con los que compartía ideales.
Los nacionalistas ucranianos comenzaron una violenta campaña de sabotajes y asesinatos contra intereses polacos y soviéticos en las zonas donde operaban, incluyendo también entre sus objetivos a ucranianos étnicos que se opusieran a sus acciones o puntos de vista. El ministro de interior polaco, el cónsul soviético en Lvov y un famoso activista por la paz de etnia ucraniana fueron algunas de sus numerosas víctimas.

Radicalización y nazificación del nacionalismo ucraniano
Poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el fundador de la OUN, Yevguén Konovalets (1891 - 1938), fue asesinado en Países Bajos por un agente soviético que se había infiltrado en su círculo cercano. Eso, junto con el inicio de las hostilidades en Europa, creó un cisma dentro de la organización, con un ala radical y otra moderada (o, mejor dicho, una ala muy pro-nazi y otra ala menos pro-nazi), disputándose el liderazgo. Así, los integrantes más radicales de la OUN impusieron su visión a los menos radicales y, junto a su brazo militar, el Ejército Insurgente Ucraniano, decidieron convertirse en los mejores discípulos del nazismo.
En su afán por agradar a los nazis, los nacionalistas ucranianos también se ensañaron con la población judía, a la que además veían como elemento indeseable para la Ucrania étnicamente pura de sus sueños
De la mano del ideólogo Stepán Bandera y el ejecutor Román Shujévych, los nacionalistas ucranianos se propusieron demostrar a quienes veían como sus benefactores que eran merecedores de sus favores: las brutales masacres de, por un lado, polacos y, por el otro, soviéticos (ucranianos incluidos) a manos de la OUN se volvieron cotidianas con el apoyo de los invasores y, en ocasiones, estas fueron percibidas como excesivas hasta por los propios nazis. Imagínense el nivel: ser considerado demasiado violento por las SS.
En su afán por hacer buena letra con los huéspedes, los nacionalistas ucranianos también se ensañaron con la población judía, a la que además veían como elemento indeseable para la Ucrania étnicamente pura de sus sueños ya desde los meros orígenes del movimiento nacionalista. El consenso entre historiadores es que el millón o millón y medio de judíos asesinados en los territorios de la Ucrania soviética controlados por los nazis nunca hubiera sido posible sin el activo apoyo y participación de la OUN y su brazo armado.
La traición de los alemanes
Sin embargo, aunque el nacionalismo ucraniano lo dio todo para recibir unas palmaditas en la espalda en forma de Estado independiente de manos de la Alemania Nazi, Hitler tenía otros planes para Ucrania, a la que veía, básicamente, como un granero. Y a los ucranianos, como paja. Y es que la característica fundamental de quien juega el rol de tonto útil es que ignora las verdaderas intenciones de quien lo utiliza. Y, en este caso, la OUN y sus partidarios ignoraban la existencia del Plan General Este, según el cual la ideología nazi se reafirmaba en la creencia de que todas las llamadas etnias eslavas, entre ellas la ucraniana, eran razas inferiores, y su destino era la deportación más allá de los montes Urales, la esclavitud en los campos agrícolas situados más acá de esas mismas montañas… o el exterminio.
Mientras el nacionalismo ucraniano consideró que el apoyo al nazismo era algo central y estratégico para su propia causa, el nazismo siempre consideró que su apoyo al nacionalismo ucraniano no era ni central ni estratégico para sus propios intereses
Es decir, las ideas de Alfred Rosenberg mencionadas más arriba, que consistían en crear un Estado independiente ucraniano bajo la tutela de Berlín, nunca fueron completamente del agrado del 'führer' y, una vez iniciada la gran contienda bélica no tardó en quedar claro que entre una Ucrania independiente pero dócil y el control absoluto sobre ella, Hitler elegía lo segundo.
Y es que otra de las características de los que se meten en el papel de tontos útiles es sufrir decepciones de parte de aquellos mismos a quienes se entregaron con entusiasmo. En otras palabras: mientras el nacionalismo ucraniano consideró que el apoyo al nazismo era algo central y estratégico para su propia causa, el nazismo siempre consideró que su apoyo al nacionalismo ucraniano no era ni central ni estratégico para sus propios intereses, sino apenas circunstancial y táctico. Tremendo matiz.

Para cuando la OUN y sus integrantes pudieron o quisieron darse cuenta, ya era demasiado tarde: en el caos y violencia desatada en la URSS a raíz de la invasión nazi, de hecho, también llegaron a darse enfrentamientos entre los invasores y los nacionalistas ucranianos.

El propio Stepán Bandera llegó a ser encarcelado por los nazis debido a su intransigencia respecto al espinoso tema de la independencia, aunque finalmente lo liberaran, tratando de que ayudara a frenar la contraofensiva soviética. Un encarcelamiento que, por cierto, suele ser presentado por los 'banderaliebers' contemporáneos como 'argumento' de que, en el fondo, Bandera fue todo un demócrata, cuyas convicciones se vieron lamentablemente atrapadas entre dos totalitarismos. Pero no: el hecho de que el líder de la OUN y sus seguidores apoyaran al nazismo con mucha más sinceridad de lo que el nazismo los apoyó a ellos, no los hace menos nazis, sino, a lo sumo, más tontos útiles.
A la vista de todo esto, podría parecer que los paralelismos históricos con el siglo XXI son suficientemente elocuentes como para que cualquier persona los note por sí misma. Bueno, lamentablemente no cualquier persona. Porque, por lo visto, otra característica del tonto útil es, precisamente, repetir los mismos errores por negarse a aprender de las lecciones de la historia.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale.
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