
El extraño caso del Dr. Donald y Mr. Trump

Una mañana amanece como si fuera Martin Luther King y a la siguiente como si fuera Benjamin Netanyahu. El presidente estadounidense muestra dos caras bien distintas según el conflicto: la de un pacifista convencido en Europa Oriental y la de un auténtico señor de la guerra en Asia Occidental. Por un lado, el Dr. Donald, el que quiere acabar con las muertes innecesarias en Ucrania y Rusia y, por el otro, Mr. Trump, el que ordena bombardear Yemen y arma a Tel Aviv para que, en coordinación con Washington, siga masacrando Gaza.

Así, durante meses, el Dr. Donald viene declarando su voluntad de poner fin al conflicto armado entre Rusia y Ucrania y, en semanas recientes, ha impulsado los contactos con Moscú, culminando esos esfuerzos en una larga llamada con el presidente ruso, Vladímir Putin. Tras la conversación telefónica entre ambos mandatarios, se acordaron algunas medidas, como la renuncia a atacar instalaciones de infraestructuras energéticas durante 30 días, tanto por parte rusa como ucraniana, o iniciar conversaciones de cara a garantizar la navegación segura en el mar Negro. Pequeños primeros pasos, si se quiere algo tímidos de momento, pero que sin duda son un comienzo para allanar el paso a conversaciones más profundas que desemboquen en una salida definitiva al conflicto. Asunto que no será nada fácil ni rápido, por cierto.
Pese a esas dificultades, en líneas generales, apenas hay diferencia entre el Donald Trump candidato y el Donald Trump presidente sobre este asunto. Desde 2022 prácticamente, el magnate ya decía que se trataba de una guerra que no habría comenzado de haber estado él en la Casa Blanca, que Zelenski estaba vaciando las arcas estadounidenses y que había que ponerle fin al conflicto cuanto antes. Es más: llegó a decir que lograría detenerlo en 24 horas, es cierto, pero bueno, ya saben, nadie es perfecto y, en este caso, además de no ser perfecto… bueno… es Donald Trump.
El discurso del Dr. Donald
Pero, con permiso de Robert Louis Stevenson, este artículo pretende analizar la dicotomía entre el Dr. Donald y Mr. Trump, así que ahora nos centraremos en la otra cara de la criatura. Perdón, del mandatario.
Y es que si bien, salvo matices, el presidente estadounidense se ha mantenido fiel a su visión de campaña de "acabar con guerras absurdas" a las cuales "el establishment neoconservador globalista arrastra constantemente" a EE.UU., en lo que respecta al conflicto entre Moscú y Kiev en particular, en otros casos, la hemeroteca contrastada con la actualidad juega totalmente en su contra.
En febrero de 2024, en sus tiempos de 'reaspirante' a la Casa Blanca, el pacífico Dr. Donald acusaba a Joe Biden (con toda la razón) de ser "incapaz de negociar con nadie" porque solo sabía "lanzar bombas por todas partes, bombas que matan mucha gente y cuestan mucho dinero", actitud que había puesto "a Oriente Medio a punto de estallar". Tres meses después, el conciliador Dr. Donald decía (y otra vez lo citamos textualmente) que es "una locura" producto de "una mente insana" ir "lanzando bombas por el mundo", refiriéndose a los bombardeos estadounidenses contra Yemen, cuando "los problemas pueden resolverse por teléfono".

Incluso sobre Palestina, el Dr. Donald fue todo lo fraternal que puede llegar a ser un político con aspiraciones presidenciales en EE.UU., que no es mucho. No solo declaró en diferentes ocasiones que Tel Aviv está perdiendo muchos apoyos por sus ataques contra Gaza, hizo sucesivos llamamientos a la paz y llegó a afirmar que "la matanza tiene que parar", sino que promovió el alto el fuego alcanzado por Hamás y las autoridades israelíes poco antes de asumir su segundo mandato presidencial. Y presumió por ello.
Pero, en lo que a Oriente Medio respecta, parece que pocos meses después de ingresar al laboratorio secreto, perdón, a la Casa Blanca, el afable Dr. Donald transicionó rápidamente al tenebroso Mr. Trump.
Los estragos de Mr. Trump
Sin previo aviso ni haberle prestado mayor atención al asunto, desde que asumió la presidencia (al menos en público) Mr. Trump ordenó una serie de bombardeos contra Yemen, uno de los países más pobres del planeta. La misma persona que meses antes argumentaba que lanzar bombas contra esa nación árabe en concreto era propio de "una mente insana", supervisó los ataques –que dejaron decenas de civiles muertos- mientras vestía una gorra de 'Make America Great Again'. La misma que lucía en los mítines de campaña en los que decía que no metería a EE.UU. en más guerras absurdas.

Al mismo tiempo, ya puestos a no meterse en 'guerras absurdas', Mr. Trump aprovechó la ocasión para amenazar a Irán con ser los siguientes, acusándolos de ser la mano que mueve los hilos de los hutíes. No es nada casual, además, que el operativo militar estadounidense contra Yemen se produjera en perfecta sincronía con la reanudación de la masacre en Gaza a manos de las fuerzas israelíes, que dejaron alrededor de medio millar de civiles asesinados en apenas un par de horas, con las armas que el propio presidente estadounidense les había suministrado poco después de ocupar el cargo, para más señas.
No se crean que nos alejaremos mucho de una eventual Tercera Guerra Mundial si Washington se vuelca en cumplir el sueño de Tel Aviv de una confrontación armada abierta contra Irán
Como ven, cuando Mr. Trump aparece en escena, no queda ni rastro del Dr. Donald. Y un problema de desdoblamiento de la personalidad tiene impactos muy distintos cuando afecta a una persona cualquiera en un barrio cualquiera que cuando los síntomas los manifiesta el presidente de EE.UU. Porque la convivencia entre ambas personalidades no resulta muy tranquilizadora en un planeta cuyos problemas (y soluciones) son cada vez más globales. Las buenas intenciones del Dr. Donald en unos lugares no bastan para garantizar una mínima estabilidad en la geopolítica mundial si luego es Mr. Trump quien se impone en otros puntos del planeta.
El final del conflicto entre Rusia y Ucrania es hoy muy necesario para la paz mundial, pero no se crean que nos alejaremos mucho de una eventual Tercera Guerra Mundial si Washington se vuelca en cumplir el sueño húmedo (húmedo por la sangre) de Tel Aviv de una confrontación armada abierta contra Irán o sigue permitiendo que esa fuente inagotable de conflictos globales que es la entidad israelí goce de total impunidad en sus acciones.
Por todo esto, no hay que analizar las palabras o acciones del presidente estadounidense ni como si se tratara exclusivamente del Dr. Donald ni como si estuviéramos todo el tiempo ante Mr. Trump, sino tratando de adivinar quién está al mando en cada momento y, sobre todo, por qué. Y es que, en el fondo, no estamos analizando a una persona concreta con un determinado trastorno, sino al máximo representante de un sistema que está, desde hace décadas, profunda e irreversiblemente enfermo.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale.
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