
Elon vs. Donald: Divorcio en la Casa Blanca

Mucha gente cree que las novelas latinoamericanas son las más apasionadas del mundo, pero se ve que no conocen las estadounidenses. Y no nos referimos a las de la tele, no, sino a las de la Casa Blanca.
El 'divorcio' político entre Donald Trump y Elon Musk tiene tantos rasgos noveleros que más que un asunto de Gobierno fácilmente podría inspirar un tema de Pimpinela. Ambos magnates, que parecían inseparables desde la campaña electoral que llevó al primero a la Casa Blanca, protagonizaron durante hace días un enfrentamiento público que amenazó con acabar con las existencias globales de palomitas de maíz.
Ya en las semanas previas se rumoreaba un alejamiento de Musk del gobierno trumpista, pero pocos esperaban que la ruptura daría más material a la prensa rosa que a los canales de análisis informativo.
De violines a cañonazos
Todo comenzó una apacible tarde de jueves, mientras los periodistas convocados a la Casa Blanca disimulaban bostezos durante una visita del canciller alemán a Trump. En un momento del encuentro, alguien le preguntó al presidente estadounidense cómo estaban las cosas con Elon Musk y el mandatario replicó que tuvieron una buena relación en el pasado, pero que dudaba que volvieran a tener alguna, porque el sudafricano "lo había decepcionado". Y desde el momento que prendió esa chispa, la pradera ya no dejó de arder.
Pocos días antes, el CEO de Tesla había abandonado su rol en el Gobierno y, aunque se sabía que mantenía ciertas discrepancias con Trump, especialmente en materia presupuestaria, ambos orquestaron una despedida pública que lucía amistosa. Sin embargo, Musk no pudo evitar dejarse llevar por su incontinencia tuitera, bueno, incontinencia 'X-era', y cuatro días después de su salida de la Casa Blanca se puso a criticar el proyecto de ley presupuestario apoyado por el Gobierno y recientemente aprobado por el Congreso. Ya saben, como en muchos divorcios, las diferencias en asuntos financieros suelen estar en el centro de la disputa.

Así, como dijo un poeta, lo que empezó con violines acabó a cañonazos y, en un abrir y cerrar de ojos, las acusaciones estaban volando de lado a lado como en una final olímpica de ping-pong. Si Trump decía que a su exesposo, perdón, exaliado, lo que en verdad le molestaba era que Washington dejaría de subsidiar a los vehículos eléctricos, con el lógico perjuicio para Tesla, Musk salía a decir que sin su ayuda en campaña, Trump hubiera perdido las elecciones y los demócratas controlarían la Cámara de Representantes. Si Musk promovía en redes sociales la creación de un nuevo partido opuesto a Trump, este posteaba que Elon había enloquecido y por tanto ya era hora de acabar con los contratos gubernamentales que benefician al tecno-empresario, apuntillando maliciosamente que siempre le sorprendió que Biden no lo hubiera hecho en su momento.
Reproches y amenazas en el fragor de la ruptura
Como en todo divorcio mal avenido, además, tampoco faltaron las acusaciones escandalosas que se hacen en medio del fragor de las emociones, tras las cuales llega el arrepentimiento, como cuando el empresario sudafricano soltó abruptamente que Trump estaba incluido en la infame lista de Epstein y por eso su gobierno no quiso publicarla íntegramente. Pocos días después, borró ese posteo.
Y, como dice la expresión, "éramos pocos y parió la abuela". Que, en este caso, sería Steve Bannon. El ex asesor de Trump dijo que ya era hora de revisar el estatus migratorio de Musk, señalándolo de posible inmigrante irregular que debía ser deportado del país, lo que puso al planeta en grave riesgo de una escasez mundial de palomitas de maíz, ante el vertiginoso aumento en su consumo global.
Hablamos del hombre más rico del planeta enfrentado al presidente de una de las naciones más poderosas del mundo
Al contrario que en otros divorcios menos, digamos, glamurosos, en este caso la separación tuvo un efecto financiero mucho mayor que el de la disputa por quién se queda la casa, quién el auto y quién el televisor de plasma. Las acciones de Tesla se devaluaron casi un 15 % cuando inició la acalorada pelea pública. También SpaceX se vio afectada por las amenazas –de momento no cumplidas– de que uno dejaría de financiar esa y otras empresas asociadas a Musk desde Washington y el otro, en respuesta, desmontaría sus programas con la NASA de ser así.
Y es que ambos tienen herramientas mucho más poderosas para hacer daño al otro que publicar fotos en redes sociales con su nueva pareja o manipular emocionalmente a los hijos en común, como en las separaciones 'low cost' a las que están acostumbrados la mayoría de los mortales. Y es que hablamos del hombre más rico del planeta enfrentado al presidente de, por muy venida a menos que esté últimamente, una de las naciones más poderosas del mundo. Mientras Musk puede poner su inmensa fortuna financiando intereses contrarios a los de Trump y sus aliados, Trump puede arruinar buena parte de los negocios de Musk desde la Casa Blanca, mediante cancelaciones de contratos o leyes específicas. Mientras Musk puede orientar los algoritmos de redes sociales (con bastante más alcance que Truth Social) contra el mandatario, este puede tratar de sacarlo de EE.UU. por la fuerza, aduciendo alguna infracción migratoria, real o ficticia.
Ridículo mundial
Por supuesto, lo explosivo de la noticia, aunado a lo 'memeable' del tema, hizo que los internautas no dejaran pasar la oportunidad de patear la pelota que Trump y Musk dejaron picando frente al arco e inundaron las redes con creativas interpretaciones de lo sucedido. Cómo culparlos de caer en semejante tentación.

En días recientes, tal vez aconsejados por sus consejeros matrimoniales, perdón, abogados corporativos, ambos bajaron el tono de sus declaraciones, pero todo puede cambiar de la noche a la mañana: tanto una muy improbable (pero en política nunca imposible) reconciliación, como otro momento explosivo de acusaciones delirantes y sonrojantes amenazas mutuas. No en vano, casi al tiempo que iniciara esta especie de aparente tregua, Donald dijo que ya no piensa más en Elon, que es justamente lo que más se dice cuando eres incapaz de dejar de pensar en alguien.
De modo que todo indica que esta novelita va para largo, como en esos divorcios tempestuosos de los que todos en nuestro entorno hemos sido testigos alguna vez, en los que los últimos en darse cuenta de que están haciendo el ridículo de forma pública y notoria ante sus amigos, colegas y familiares son los propios divorciados. Solo que el ridículo en este caso está siendo, textualmente, de alcance mundial.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.