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Bombardear un canal de TV: Crimen israelí con sello OTAN

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Bombardear un canal de TV: Crimen israelí con sello OTAN

Los crímenes israelíes de estas últimas décadas, con énfasis en los cometidos durante los últimos 20 meses, son tan variados y monstruosos que bombardear intencionadamente un canal de televisión podría parecer uno más entre tantos.

Al fin y al cabo, Tel Aviv ha asesinado a más de dos centenares de periodistas palestinos desde octubre de 2023, casi tres por semana. Después de bombardear instalaciones nucleares, militares y –cómo no, tratándose de fuerzas israelíes– edificios residenciales por todo Irán, Tel Aviv decidió bombardear la sede de la televisora estatal de la nación persa. Lo hizo en plena transmisión en vivo, por lo que el momento quedó registrado en video

Coraje y determinación en directo

Según la Organización de Radio y Televisión de Irán, cuatro proyectiles israelíes impactaron el edificio y dejaron al menos tres víctimas mortales. Esto no impidió, sin embargo, que continuaran las transmisiones.

Pocos minutos después del bombardeo, la misma mujer que vimos antes al momento de interrumpirse la transmisión, la retomó en otro estudio y se mostró desafiante con las fuerzas israelíes, determinación que fue muy comentada en redes sociales, incluso en forma de caricatura.

Sahar es iraní y víctima de un bombardeo israelí, por lo que su paso por la prensa hegemónica occidental ha sido anecdótico

Obviamente, si Sahar Emami fuera británica, francesa, estadounidense o, no sé, israelí, en los grandes medios occidentales ya la habrían entrevistado decenas de veces para que contara su experiencia y a día de hoy conoceríamos hasta los más mínimos detalles sobre su biografía. Pero bueno, Sahar es iraní y víctima de un bombardeo israelí, por lo que más allá de lo chocante de las imágenes, su paso por la prensa hegemónica ha sido meramente anecdótico. Por cierto, para romper un poco ciertos estereotipos mediáticos sobre Irán, no está de más mencionar que la presentadora no es ninguna lectora de teleprompter con velo, sino una ingeniera agrónoma con especialidad en ciencia alimentaria. 

Narrativas occidentales: más allá de la justificación

No se vayan a creer que la mayoría de medios del 'mundo libre' ignoraron o pasaron de puntillas por encima de la noticia del bombardeo, no: también los hubo quienes, a su manera, lo justificaron. Como lo leen.

Algunos destacaron en el titular que, desde Tel Aviv habían advertido del ataque previamente, como insinuando de alguna manera que, por un lado, 'la única democracia de Oriente Medio' no bombardea medios de comunicación de forma salvaje, sino que lo hace civilizadamente, pidiendo cita y, por el otro, dejando caer en el encabezado que quienes se quedaron en el canal iraní tras esa alerta lo hicieron a su cuenta y riesgo o hasta puede que se buscaran que les cayera un bombazo... más o menos como haría el abogado de un violador, destacando en el juicio que su defendido tuvo el detalle de enviar un ramo de rosas y un sobre perfumado a la agredida para anunciarle su llegada. Encantador, ¿verdad?

Cuando, tres días después, desde Irán respondieron a ese ataque con la misma moneda, bombardeando la sede del Canal 14 en Tel Aviv -previo aviso de desalojo, claro está, que las cortesías en estos casos van y vienen- muchos grandes medios y voceros que habían permanecido inusualmente discretos, se desperezaron rápidamente para -esta vez sí- reseñar y condenar los hechos enérgicamente.

Un amargo recuerdo

Tal vez nuestros lectores más jóvenes puedan pensar que Tel Aviv, con el ataque premeditado a la sede central de un medio de comunicación estatal, desbloqueó un nuevo nivel de inmoralidad de parte de la llamada 'comunidad internacional', pero lo cierto es que no.

El bombardeo de un canal de televisión con sus trabajadores dentro es un tema que, además de constituir un crimen de guerra, por obvios motivos, nos toca muy de cerca

Y es que este caso es casi calcado, en todos sus aspectos, al bombardeo de la OTAN contra la televisión yugoslava en 1999. Cuando la Alianza Atlántica bombardeó la sede de la Radio y Televisión Serbia en Belgrado, los medios y voceros otanistas argumentaron (como argumenta hoy Tel Aviv), que el ataque fue por el supuesto carácter 'propagandístico' del medio y, como hace cierta prensa entonces y ahora, culparon de los 16 trabajadores asesinados al propio canal bombardeado, por no haber obedecido la advertencia de desalojo emitida por los atacantes. Como ven, demasiado a menudo, la OTAN y el ente israelí, como quien dice, se parecen igualito.

La importancia de este hecho (y de no acobardarse ante él) 

Tal vez se pregunten ahora por qué, con todo lo que está pasando en Oriente Medio, abordamos aquí un hecho tan puntual y, para los estándares de los crímenes israelíes, comparativamente no tan grave. ¿Por qué no hablar de las amenazas de Trump de involucrar de lleno a EE.UU. en la guerra asesinando al jefe de Estado iraní? ¿O comentar las declaraciones del canciller alemán, según las cuales Netanyahu le estaría haciendo "el trabajo sucio" al Norte Global? ¿O la prohibición de Tel Aviv de que sus ciudadanos abandonen el territorio (lo que resulta especialmente cínico viniendo de unas autoridades que desde hace décadas acusan a Hamás de escudarse en civiles)? Todos son temas interesantes y trascendentes que no hay que perder ni perderemos de vista. Pero el bombardeo de un canal de televisión con sus trabajadores dentro es un tema que, además de constituir un crimen de guerra, por obvios motivos, nos toca muy de cerca.

Como muchos de ustedes saben, nuestro programa se graba y transmite desde Moscú, en la sede central de RT en Español. Un canal que ha sido constantemente acusado, por medios y vocerías políticas occidentales, de ser un vehículo de propaganda y, desde 2022, de propaganda bélica, para más colmo.

Por lo que, para quienes trabajamos aquí, no es exagerado verse especialmente reflejados en bombardeos contra estudios centrales de televisión. Ni hacerse la pregunta de cuál sería la reacción del pésimamente llamado 'primer mundo' si, por ejemplo, nuestro canal fuera atacado con drones lanzados desde Kiev o traficados y montados en camiones para accionarlos en la capital rusa, como sucedió hace unas semanas en otras regiones.

O si sufriera un ataque similar al de la sala de conciertos del Crocus City Hall en Moscú en marzo de 2024, con supuestos lobos solitarios ametrallando alocadamente en todas direcciones sin tener del todo claro ni por qué.

¿Condenarían rotundamente lo sucedido, dedicando una amplísima cobertura al tema o fingirían disgusto sin poder evitar un dejo tipo "qué horrible, pero ellos se lo buscaron" en sus condenas? ¿Redefinirían sus alianzas internacionales, planteándose por fin que, tal vez, utilizar a nostálgicos del nazismo o lumpen-yihadistas contra rivales geopolíticos es inaceptable desde todo punto de vista, o se desmarcarían apenas públicamente de los hechos, entre falsas expresiones de aflicción, mientras en privado celebran lo sucedido? Personalmente, tengo tan clara la respuesta como la convicción de que la gran mayoría de ustedes también.

A modo de cierre, y me atrevo a decir que hablo por las personas que trabajan en este y otros medios sometidos al mismo nivel de escarnio por los autoproclamados defensores del 'mundo basado en reglas', que la certeza de conocer perfectamente la respuesta a esos interrogantes, lejos de acobardarnos, nos reafirma a seguir donde estamos y haciendo lo que hacemos.

El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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