
Colombia: lo que los audios del plan de golpe revelan (y lo que ocultan)

Con la oligarquía hemos topado, Sancho. Quiero decir: Gustavo.
La política colombiana se está viendo sacudida por unos ruidos de sable o, mejor dicho, audios de sable, que suponen tremendo sacudón para el Gobierno de Gustavo Petro, justamente cuando está encarando el tramo final de su mandato.
Una coincidencia nada 'coincidental' que, además, debe analizarse y enmarcarse en los movimientos tectónicos multipolares que sacuden al planeta entero. Así que, aunque parezca que hablamos solamente de Colombia, en verdad, estamos hablando de toda América Latina y el Caribe.
Según unas grabaciones recientemente reveladas, quien fuera el primer canciller del actual Gobierno colombiano habría estado tanteando a diferentes figuras políticas nacionales e internacionales para dar un golpe de Estado.
Claro, Álvaro Leyva en ningún caso lo denomina así, pero bueno, en este caso podemos decir que estamos ante una variación del dicho "blanco es y gallina lo pone" aplicada a los atajos inconstitucionales.
Una conspiración en ciernes
En las grabaciones, aparentemente obtenidas por los servicios de inteligencia colombianos y filtradas a la prensa, el veterano político conversa sobre opciones para 'acortar' el período presidencial de Petro con expresiones que dejan poco lugar a la imaginación, como, por ejemplo, "hay que sacar a este tipo". Y pensar que Leyva se desempeñaba como diplomático.
El excanciller, perteneciente a una familia de la oligarquía colombiana y, valga la redundancia, la clase política colombiana tradicional, elucubra en los audios sobre quiénes podrían participar en el plan. Entre ellos, menciona como posible "interlocutora" en la asonada a Vicky Dávila, periodista con una larga trayectoria en la prensa hegemónica colombiana (y una todavía más larga trayectoria en su fobia a Petro) y a Miguel Uribe, quien recientemente fue baleado por un sicario, al que Leyva clasifica en el impreciso grupo de "los buenos y los malos". Ambos, Dávila y Uribe, están inscritos como precandidatos presidenciales de cara a las elecciones de 2026.
En una curiosa forma de demostrar que busca unir al pueblo colombiano sin excepciones, el político menciona como posibles integrantes en su propuesta de 'acuerdo nacional' a varios actores armados, entre ellos al mismísimo Clan del Golfo. ¿Verdad que todo suena así como muy democrático e institucional?
Por supuesto, no hay plan golpista latinoamericano que no cuente con respaldo en Washington, por lo que Leyva, además de tantear prácticamente a toda su agenda de contactos excepto el que empieza por la P de Petro, también trató de contactar con varias figuras históricas del más puro 'mayamerismo' republicano, como Mario Díaz-Balart y el actual secretario de Estado, Marco Rubio. Al parecer, infructuosamente.
El viejo conspirador (o conspirador viejo, según se mire) consideraba que, si sus planes llegaban a buen puerto, en unas semanas Petro sería apartado del poder y sustituido por su actual vicepresidenta, Francia Márquez.
Como hoy sabemos, no sucedió ni lo uno ni lo otro. Por supuesto, una vez filtradas a la prensa las grabaciones, todos los mencionados en ellas se desmarcaron de las palabras de Leyva y le afearon públicamente sus intenciones conspirativas.

La clase política colombiana en bloque rechazó cualquier intentona inconstitucional para recortar el periodo presidencial de Petro. Lo que pudiera ser o bien demostración de gran madurez institucional o bien la enésima evidencia de que los golpes exitosos tienen mil padres y madres y los golpes fracasados son huérfanos. Lo dejamos a su criterio.
Desde Madrid, adonde escapó a toda prisa ante las revelaciones, el excanciller se defendió diciendo que todo se trató de "una conversación íntima". Claro, todo el mundo tiene conversaciones íntimas, pero las conversaciones íntimas para tumbar a un jefe de Estado son algo menos frecuentes, ¿verdad?
De modo que, tal como se presenta en la prensa hegemónica, caso cerrado: tenemos a una reencarnación de 'Godofredo Cínico Caspa', el cínico y casposo personaje creado e interpretado por Jaime Garzón, como el malo de la película, frente a una clase política madura y una institucionalidad colombiana plenamente sólida.
Tirar del hilo de los audios golpistas
Sin embargo, en política siempre hay que analizar sin dejar de lado la inteligencia. Me refiero a los servicios de inteligencia. Porque llámenme suspicaz y desconfiado si gustan, pero al menos en lo que yo sé sobre audios filtrados, ante un caso así, lo más lógico es seguir tirando del hilo discretamente para intentar averiguar quiénes podrían estar involucrados en el complot en ciernes, en lugar de desperdiciar semejante 'caramelito' revelando todo a las primeras de cambio.
Tal como se presentó el caso, pareciera que la única persona en toda Colombia con tentaciones de atajos inconstitucionales fuera el caído en desgracia Leyva y el resto de la clase política, mediática y financiera colombiana fueran blancas palomitas, ¿a que sí?
Estén justificadas o no estas suspicacias y desconfianzas, lo sucedido merece también un enfoque más amplio. Y es que, pasado de largo el ecuador de su gobierno, Gustavo Petro parece estar tratando de pisar algo más el acelerador que durante la primera mitad de su mandato. A lo interno y a lo externo. Por ejemplo, sacando adelante, no sin grandes obstáculos en una realidad partidista altamente fraccionada como la colombiana, reformas como la de pensiones (en breve en aplicación), la laboral (recién aprobada) y la de salud (en discusión).
En el plano internacional, esta intención aceleradora se percibe en su reciente visita oficial a la República Popular China o el todavía más reciente anuncio del ingreso de Colombia al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS. Quién quita que, en este impulso en el cuarto final de su mandato, tal vez en los próximos 13 meses lo veamos participando en alguna conferencia o encuentro en Rusia, tal como participó en el Foro de Davos en Suiza y la Conferencia de Seguridad de Munich, en Alemania. Por aprovechar ese renovado impulso multipolar, ya saben.
Impulso que no solo tiene que ver con la contrarreloj hacia el final de su mandato (no renovable, además), sino también con la llegada de un republicano a la Casa Blanca (uno 'sui generis', encima, como Trump), fenómeno que suele radicalizar, así sea tibiamente, al progresismo latinoamericano, que, salvo contadas excepciones (tres excepciones, para ser exactos) se comporta de manera bastante más mansa cuando en Washington hay un demócrata.
En el contexto de muchas naciones latinoamericanas y caribeñas con complejas realidades sociales y económicas y precarios equilibrios políticos, esta dinámica puede ser lógica y comprensible, pero no por ello deja de resultar perversa y perjudicial. Y ya ni siquiera al largo plazo, sino al mediano y en ocasiones, hasta en el corto.
Así, en el año que le queda de gobierno, Petro se enfrentará (mucho más que en los tres anteriores) a la paradoja que se enfrentan todas las fuerzas de cambio en las democracias representativas de la región: la ineludible y dura realidad de que, si aprieta en sus reformas, lo van a apretar y surgirán Leyvas por todos lados. Y si no aprieta, los cambios introducidos durante su mandato serán fácilmente reversibles.
Y mucho ojo: no solo en el caso de que el Pacto Histórico, el núcleo de partidos que lo aupó a la presidencia, sufra un revés en las elecciones legislativas y presidenciales de 2026, sino que tampoco puede descartarse en el escenario de que se impongan en las urnas. Que lo reversible es reversible también en las manos menos esperadas.
¿Exagero? ¿Dramatizo? ¿Deliro? Tal vez. Pero si no me creen, pueden preguntarle a Rafael Correa cómo le fue a la Revolución Ciudadana con la victoria de Lenín Moreno en 2017, 'victoria' que, en cuestión de meses, terminó siendo la peor derrota para su proyecto político.
Y es que, en el complejísimo juego político de América Latina y el Caribe, a menudo el miedo a despertar ciertos demonios termina llevándote al mismo infierno que trataste de evitar.
Colombia ha acumulado siglos de desigualdad y violencia de manos de una de las oligarquías más privilegiadas y mezquinas de todo el continente, lo que ya es decir. Y cuanto más difíciles los problemas, más audaces las propuestas para enfrentarlos. Nadie dijo que fuera sencillo, pero que nadie diga que es imposible.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.