El canal internacional
de noticias en español
más visto en el mundo
Opinión

80 años de maquillaje para dos masacres

Publicado:
80 años de maquillaje para dos masacres

En un par de días de agosto de 1945, EE.UU. cometió el mayor asesinato de civiles de la historia en términos proporcionales a la duración del ataque. 

El 6 de agosto de ese año el Ejército estadounidense asesinó, en cuestión de minutos, a unas 65.000 personas y, tres días después, a otras 40.000, la aplastante mayoría de ellas civiles en ambos casos.

El número de víctimas fatales del par de bombardeos estadounidenses en Japón aumentó considerablemente en los meses siguientes, producto de la radiación y quemaduras sufridas por la población y, en años siguientes, si bien a un ritmo menor, siguió sumando nombres al listado de fallecidos. 

El consenso actual ronda los 200.000 asesinados por el bombardeo, el 95 % de ellos, civiles. Objetivamente, entonces, estamos ante uno de los mayores crímenes contra civiles de toda la historia de la humanidad, sino el mayor. 

Sin embargo, en los últimos 80 años, la prensa hegemónica y las vocerías políticas del Norte Global (con la estadounidense a la cabeza) no han hecho otra cosa que, de una u otra forma, tratar de maquillar aquellos hechos.

Cada año, los eventos conmemorativos sobre la masacre se convierten en una suerte de malabares discursivos en los que el agresor es invitado al evento como si no hubiera tenido nada que ver, se lamenta lo sucedido como quien lamenta una tragedia natural o accidental inevitable y, en algunas ocasiones, hasta se han lanzado contra Moscú los dardos que los organizadores se cuidan mucho de lanzar contra Washington.

Durante estas ocho décadas, en el Norte Global, la justificación de aquellos bombardeos supera con mucho a la condena. Justificación con rostros compungidos, claro está, pero justificación, al fin y al cabo. De hecho, las justificaciones son tantas que, si hacen una búsqueda en Internet, encontrarán todo tipo de líneas argumentativas profusamente desarrolladas en infinidad de artículos y estudios que no tienen mucho que envidiar a las que podría dar un asesino serial en un interrogatorio, solo que con algo más de rigor académico. En el caso del asesino serial, queremos decir.

Entre las más socorridas está la de que prolongar el conflicto militar digamos, convencional, entre EE.UU. y Japón habría sido largo y especialmente cruento para ambos bandos. Como si el teatro de operaciones europeo entre nazis y soviéticos especialmente hubiera sido cosa de unos manotazos apenas.

En una línea similar, pero amparándose en las potenciales bajas civiles, varios analistas bélicos de entonces y ahora, aparentemente dotados del don de la clarividencia, argumentan que las bombas atómicas dejaron menos víctimas inocentes que las que habría dejado la prolongación de la guerra por medios más ‘tradicionales’. 

O, dicho en otras palabras, maté a un vecino con el que me peleaba y los familiares que vivían con él en el apartamento de enfrente, para así evitar matar al resto del vecindario. Enternecedor, ¿verdad?

Otro pilar 'argumentativo' entre los amantes del holocausto nuclear preventivo sería la negativa del emperador japonés Hirohito a rendirse, como si Hitler se hubiera entregado mansamente mientras hacía algunas llamadas en busca de un buen abogado.

Es decir, ese enfoque según el cual, como decían sus carteles propagandísticos de guerra en 1945, "EE.UU. terminaría el trabajo", sigue plenamente vigente, solo que en una forma ligeramente más 'sutil'. 

Sin embargo, más allá de malabarismos conceptuales de magnitud atómica, como es bien conocido, la historia la escriben los vencedores y, cuando además los vencedores son EE.UU., no solo la escriben, sino que la reescriben por completo.

Y la realidad es que, cuando EE.UU. lanzó las bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki, lo hizo pensando mucho más en la Unión Soviética que en Japón. 

Ojo, no lo digo yo ni la 'propaganda rusa', sino, entre otros, el mismísimo Nelson Mandela, tan citado como censurado en el Norte Global, que escoge y desecha sus citas a conveniencia.

En efecto, el bombardeo atómico estadounidense se llevó a cabo por el mismo motivo de fondo que el Desembarco de Normandía, solo que –lógicamente- el primero siempre ha sido más difícil de presentar de manera heroica que el segundo, por eso uno tiene 'blockbuster' de Hollywood y el otro no.

La idea era evitar que la Unión Soviética, que estaba a punto de entrar en guerra contra Japón y podía terminar liberando Tokio tal como había liberado Berlín, no extendiera su influencia por Asia tal como lo había hecho por Europa. Y, en este caso, además, había un motivo extra, que no era otro que presumir de nuevo armamento ante los soviéticos, con los japoneses como conejillos de indias carbonizados. 

Pudieron hacerlo también con los nazis, obvio, pero evidentemente estos iban a ser más útiles integrando la OTAN de la posguerra que el régimen de Hirohito, que terminó reinando Japón durante casi otro medio siglo (sin que nadie le recordara su estrecha alianza con Hitler y Mussolini), solo que ya no como Imperio del Sol Naciente, sino como una mansa colonia militar estadounidense.

El bombardeo atómico de EE.UU. dio inicio a una carrera armamentística debido a la cual, hoy en el planeta existen más de 12.000 armas nucleares con diferente poder de destrucción. Si alguna potencia nuclear hubiera copiado alguno de los 'argumentos' de Washington de aquel entonces para justificarse, en estos 80 años habríamos visto varios bombardeos atómicos: este habría dicho que lo hizo para evitarse demasiadas bajas militares, aquel habría argumentado que el ataque fue para minimizar muertes civiles, matando de un solo golpe a varios miles como escarmiento y el de más allá se habría excusado en que su enemigo se negaba a rendirse. 

Por fortuna, nadie lo hizo y EE.UU. sigue ostentando el dudoso 'honor' o, mejor dicho, indudable deshonor, de haber sido el primero y único país que usó armamento nuclear y, por si eso no bastara, haberlo hecho contra objetivos primordialmente civiles.

Pero el verdadero objetivo de la Casa Blanca, entonces y ahora, consistió y consiste en demostrar al mundo de lo que son capaces de hacer o de permitir hacer a sus aliados, con tal de defender sus privilegios y su menguante hegemonía. Que se lo digan a Gaza si no, cuyas imágenes son lo más parecido a las de Hiroshima y Nagasaki que hemos visto en estas ocho décadas. 

Entonces, el tenaz y algo patético esfuerzo de Washington y sus aliados mediáticos y políticos por justificar sus dos masacres nucleares de agosto de 1945 no tienen tanto que ver con el pasado como con el presente y futuro. 

Porque desde entonces saben perfectamente que, si aprenden a maquillar aquellas vergüenzas, de una u otra manera siempre encontrarán cómo maquillar cualquier otra que cometan.

El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de '¡Ahí les va!', escrito y dirigido por Mirko Casale.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

comentarios
RT en Español en vivo - TELEVISIÓN GRATIS 24/7