En cuestión de días, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el estadounidense se reunieron en Alaska y, casi sin respiro, Donald Trump recibió a Zelenski en Washington. Fueron dos encuentros clave tanto a la hora de hallar una salida al conflicto rusoucraniano como a la de evaluar y, en su caso, reconducir varios aspectos de la geopolítica global. Y se entienden mucho mejor analizados juntos que por separado.
Desde el año 2021 no se reunían personalmente un presidente ruso y uno estadounidense y desde 2015 Vladímir Putin no pisaba suelo estadounidense, por lo que la visita del mandatario a Alaska creó una gran expectativa mediática. Durante varias horas, parecía que no había otra noticia en el planeta, porque, de una u otra forma, esta noticia también estaba relacionada con muchas otras de importancia global.
Y la expectativa era tan alta que ya se comentaban los sucesos en torno al encuentro desde horas antes de la llegada del presidente de Rusia a Anchorage. Por ejemplo, los catres militares donde fueron 'hospedados' los periodistas rusos durante su estancia y, sobre todo, la llegada del canciller ruso a Alaska. Y es que Serguéi Lavrov se presentó en el lugar donde estaba previsto el encuentro luciendo un suéter con las siglas de la Unión Soviética, lo que generó no pocos comentarios en redes y medios. Por cierto, la prenda se agotó en las tiendas rusas apenas horas después de que el veterano político apareciera con ella. Finalmente, llegó el momento más esperado por camarógrafos y fotógrafos especialmente y Trump recibió a Putin con aplausos y alfombra roja a su llegada a Anchorage.
La reunión seria
El encuentro central transcurrió en el formato '3 a 3', con los pesos pesados de cada lado participando. El presidente Putin, el canciller Lavrov y el asesor presidencial ruso, Yuri Ushakov, por un lado, y, por el otro, Trump, su enviado especial Steve Witkoff y… Marco Rubio, secretario de Estado, que califica más como 'pesado' que como 'peso', pero bueno.
En las conversaciones se habló, principalmente, de la posibilidad de intercambios territoriales entre Rusia y Ucrania, de garantías de seguridad para los segundos, de la opción de congelar algunas partes del frente y del rechazo de ambos a un alto el fuego como condición innegociable para abrir conversaciones directas entre Moscú y Kiev.

Aunque no pocas personas esperaban anuncios rimbombantes y definitivos tras el encuentro, la realidad es que este era apenas una primera toma de contacto para sentar las bases de futuras relaciones y así es como transcurrió. Ambos lados concluyeron que, por el peso geopolítico de ambas potencias, estar más enfrentadas todavía de lo que estuvieron en tiempos de la Guerra Fría es una anormalidad que en poco o nada contribuye a la estabilidad global, más bien al contrario.
La mayoría de analistas concluyó que el encuentro fortaleció la postura rusa en el conflicto, ya que, aunque de momento tímidamente, el Gobierno estadounidense se mostró más dispuesto que nunca antes a reconocer las profundas causas y orígenes que lo provocaron, así como la necesidad de ponerle fin de forma permanente, sin soluciones temporales pegadas con saliva de loro.
La otra reunión
Una vez concluido el encuentro, todas las miradas se volcaron hacia Zelenski. ¿Cómo reaccionaría a lo sucedido en Alaska? Pues, para empezar, con bastante premura, porque el cómico de profesión no tardó en subirse a un avión con destino Washington. Pero no llegó solo, sino muy acompañado.
Como la más cruel representación de cómo Ucrania se ha convertido en un simple instrumento de los intereses occidentales, a Zelenski lo acompañaron en su visita a Washington el francés Emmanuel Macron, los alemanes Friedrich Merz y Ursula von der Leyen, el británico Keir Starmer, la italiana Giorgia Meloni, el holandés Mark Rutte y el finlandés Alexander Stubb, en representación coral de la Unión Europea, Reino Unido y la OTAN.
La llegada de esa delegación de no está claro si en calidad de 'coach' motivacionales, custodios o acreedores de Zelenski alborotó las redes, en especial las imágenes una vez reunidos con Trump, que muchos vieron –no sin razón– como la de un grupo de estudiantes de primaria llamados a capítulo al despacho del director.

Si Lavrov provocó comentarios por llegar a Alaska con un suéter con las siglas de la Unión Soviética, el 'outfit' de Zelenski también causó sensación, pero por motivos diametralmente opuestos. El exmandatario (que autoprolongó su período presidencial sin pasar por las urnas) se presentó con un sobrio traje negro, lo que muchos interpretaron como una 'enmienda' a su visita anterior, cuando en la Casa Blanca le reprocharon que hubiera aparecido con su clásico atuendo de militar que no ha pegado un tiro en su vida.
No fue esta la única señal de que Zelenski buscaba evitar repetir los errores de su anterior encuentro con Trump en la Casa Blanca, en el que discutieron amargamente y el invitado salió vapuleado por los huéspedes. En esta ocasión, haciendo gala de su capacidad para la actuación y para la comedia (comedia involuntaria, para más señas), el visitante batió el récord de agradecimientos por minuto al presidente estadounidense, con una marca de un "gracias a Trump" cada 25 segundos en promedio. Un impresionante récord, hasta ahora en manos del secretario general de la OTAN, que rompió todos los zalamerómetros y jalabolómetros del mercado cuando lo llamó "daddy".
Todo este alarde de tratar de resultar agradecido y sumiso no evitó (o, por el contrario, tal vez hasta provocó) que el presidente estadounidense le hiciera algo de 'bullying' en un par de momentos. Por ejemplo, colgando en la sala donde se reunieron un mapa gigante con la situación en el frente, como para recordarle la realidad bélica y resaltarle que no puede ignorarla a la hora de poner condiciones o negociar el final del conflicto. O cuando bromeó con que, ya que Zelenski dice que no puede hacer elecciones porque hay guerra, en tres años y medio él se buscará una guerra también para poder seguir en la Casa Blanca sin pasar por las urnas.
Comparaciones inevitables
Como ven, es difícil sacar conclusiones de este par de encuentros sin antes compararlos entre sí. Pero situando uno al lado de otro, estas surgen prácticamente solas.
Mientras en Alaska se trataron los temas en profundidad, a pesar de las diferencias (varias de ellas grandes y en temas clave), en Washington hubo más escenografía que abordaje serio de las estrategias a seguir.
Mientras en Alaska Moscú demostró que tiene elementos de sobra para negociar desde una posición cómoda, en Washington los invitados de turno tuvieron que juntar a casi una decena de líderes para tratar de mostrar algo de peso geopolítico.
Mientras en Alaska el trato fue franco y respetuoso, en Washington estuvo lleno de simulaciones, indirectas ácidas y condescendencias y sumisiones repartidas asimétricamente.
Mientras en Alaska Rusia se representó a sí misma, en Washington Ucrania fue más representada por la Unión Europea que por sí misma, aunque en el fondo Bruselas ya ni es capaz de representarse a sí misma.
Mientras en Alaska hubo propuestas concretas (independientemente de que lleguen a buen puerto ni cuándo), en Washington hubo discursos y eslóganes repetidos cansinamente desde 2022 sin ningún efecto práctico en estos años.
En otras palabras, mientras en Alaska se habló fundamentalmente de realidades, en Washington las fantasías trataron de seguir marcando la agenda. Y, tarde o temprano, las primeras siempre terminan imponiéndose a las segundas.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de '¡Ahí les va!', escrito y dirigido por Mirko Casale.