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Ucrania: la Сolina de la Gloria en los tiempos de la infamia

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Ucrania: la Сolina de la Gloria en los tiempos de la infamia

La Colina de la Gloria en la bella ciudad de Lvov, ubicada en el este ucraniano, no existe más. El régimen de Zelenski celebra una nueva victoria sobre los muertos, una de esas pocas que todavía le resultan. Hace pocos días se retiraron de allí los últimos restos de los soldados soviéticos que hace 61 años liberaron Lvov de la ocupación nazi. 

"La Colina de la Gloria del período de ocupación soviética en Lvov ya no existe. Hoy se ha completado aquí la exhumación de los restos. Se descubrieron 355. Todos, incluidos el agente de la NKVD Kuznetsov y Putin, serán enterrados de nuevo en el cementerio de Goloskiv. Estamos dispuestos a intercambiar todos estos restos por defensores ucranianos", escribió el alcalde Andréi Sadovói en sus redes sociales.

La primera persona mencionada por él, Nikolái Kuznetsov, era uno de los más brillantes representantes de la inteligencia soviética y, en los tiempos de la Gran Guerra Patria, siendo guerrillero, eliminó personalmente a varios generales y funcionarios de alto rango de la administración de ocupación alemana nazi. Murió a los 32 años en un combate contra las fuerzas superiores de nacionalistas ucranianos y fue declarado Héroe de la Unión Soviética. Fue él sobre quien un Premio Nobel de Física, el francés Frederic Joliot-Curie, dijo una vez: "Si me preguntaran a quién considero la personalidad más fuerte y atractiva entre la pléyade de luchadores contra el fascismo, no dudaría en responder: Nikolái Kuznetsov, un gran humanista que destruyó a los que querían destruir a la humanidad". Y tiempo después, el primer cosmonauta del mundo, Yuri Gagarin, agregó: "La imagen de Nikolái Kuznetsov siempre ha sido para mí un ejemplo de servicio sin límites al pueblo y a la patria, a la humanidad y al progreso".

Putin, mencionado por el alcalde, fue el mayor de guardia soviético Stepan Putin, caído durante la liberación de Lvov, y tiene poco o nada que ver con el actual presidente ruso, pero su apellido inquieta demasiado a los nazis ucranianos de nuestros días.

La venganza contra los restos de Nikolái Kuznetsov fue un viejo sueño de los admiradores de Hitler, aplaudidos y apoyados hoy por varias autoridades del país.

Ya en el año 2000, un grupo de veteranos de la ciudad rusa de Ekaterimburgo, donde nació el héroe, solicitó el traslado de sus restos, pero su petición fue rechazada. Después, en 2007, llegó a Lvov una gran delegación rusa con el mismo objetivo y de nuevo les dijeron que no. En 2008, una familiar de Nikolái Kuznetsov volvió a hacer este pedido oficialmente a las autoridades ucranianas. Fue inútil. En 2020, el mismo alcalde Andréi Sadovói ofreció intercambiar los restos del héroe soviético por soldados ucranianos capturados por los defensores de Donbás. Durante todos estos últimos años, la profanación de la tumba de Nikolái Kuznetsov se ha convertido en uno de los rituales preferidos de los fascistas ucranianos, dignamente representados por su alcalde. La versión ucraniana de Wikipedia sobre Nikolái Kuznetsov dice lo siguiente: "Saboteador soviético, agente especial asesino, agente del NKVD, partisano. Durante la Segunda Guerra Mundial llevó a cabo tareas terroristas y de provocaciones ordenadas por mando soviético". Si en la Alemania nazi hubiera existido Wikipedia, seguramente se habrían usado los mismos términos.

Pero si en 2020 Sadovói propuso canjear sólo los restos de Kuznetsov, ahora ha decidido ofrecerle a Rusia los de todos los 355 combatientes soviéticos caídos a cambio de los prisioneros de guerra ucranianos.

Muchos de los enterrados en la Colina de la Gloria también son ucranianos. Solo que, a diferencia de los prisioneros de guerra que quiere de vuelta Sadovói, los soldados ucranianos enterrados allí eran antifascistas. Tal vez por eso sus huesos generan tanto odio.

La historia de la Colina de la Gloria es larga y llena de simbolismos. El primer cementerio militar ruso en este lugar se fundó en 1914, durante la Primera Guerra Mundial. En aquel entonces, fueron enterrados allí más de cinco mil soldados rusos, después de la gran victoria en la batalla de Galitzia contra la alianza del Imperio Austro-Húngaro y Alemania. En aquellos tiempos, en esas tierras nadie se atrevió llamar a los rusos "ocupantes". Ellos fueron claramente los liberadores. A la inauguración del gran monumento en su honor, construido gracias a las donaciones de la población local, más de 15.000 habitantes de Lvov llegaron al cerro. Tiempo después, cuando la ciudad fue retomada por Polonia, las autoridades polacas, hostiles con los rusos y ucranianos por igual, ordenaron primero que los restos de los soldados fueran retirados del lugar. Luego se prohibió rendirles homenaje y después, en los años de la Gran Guerra Patria, cuando Polonia ya estaba ocupada por la Alemania fascista, el cementerio fue destruido por completo. Es decir, los de siempre hicieron lo de siempre. Lo que mejor saben hacer.

El proyecto moderno para crear un cementerio militar soviético en la Colina de la Gloria resurgió casi dos meses antes del final de la Gran Guerra Patria, el 12 de marzo de 1945. Sus autores fueron tres importantes arquitectos de Lvov y el monumento se inauguró en 1948, con palabras solemnes rusas y ucranianas incrustadas en granito, y encendido del Fuego Eterno. Las tumbas fueron uno de los símbolos de la ideología internacionalista de la Unión Soviética: además de rusos y ucranianos, allí había bielorrusos, judíos, tártaros, uzbecos, georgianos y demás, todo los que derramaron su sangre por la liberación de las tierras de Ucrania Occidental. También estaba la tumba de otro héroe de Lvov: el zapador coronel Semión Alaev, quien logró desactivar cientos de minas que dejaron los nazis en su retirada con el objetivo de volar toda la parte histórica de la ciudad. Y, además de él, dos de los más queridos corresponsales de guerra, el fotorreportero Pável Troshkin y el camarógrafo Aleksandr Elbert.

La guerra del actual gobierno colonial ucraniano contra los héroes antifascistas muertos, más que cualquier otra cosa, revela su esencia y verdadero proyecto político. No es ninguna estupidez o ignorancia, como se apresuran a afirmar algunos; es parte de un plan ideológico y cognitivo diseñado muy lejos de las fronteras de Ucrania. No es un sentir nacional del pueblo ucraniano, como asegura la prensa colonial, es la traición a la patria convertida en la principal virtud oficial.

Los monumentos a los héroes se restaurarán y los fuegos eternos y las flores volverán a sus pies. Pero ¿cuántos hoy se están condenando a sí mismos a vivir el resto de sus días y a morir con la vergüenza imborrable de profanar las tumbas de unos gigantes a quienes el pueblo ucraniano les debe todo?

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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