
Vietnam: dolor fantasma
Desde el final de la "guerra estadounidense" han pasado varias décadas, pero el país todavía convive con sus consecuencias. Nuestro equipo recorrió varios puntos de Vietnam para constatar las secuelas de aquel conflicto.
En la provincia de Quang Tri se encuentra el Сementerio de los Mártires, donde descansan los restos de más de 10.000 efectivos del Ejército Popular. Muchos no llegaron a los 20 años de edad, mientras que otros siguen sin ser identificados. Aún hoy se hallan restos humanos en la selva y son enterrados bajo la inscripción: "Su hazaña es inmortal".
Agente naranja: veneno que no desaparece
La aldea de A Luoi, en Hue, fue rociada con herbicidas. Nguyen Van Quang recuerda "una mancha negra" en el cielo y los árboles marchitos a los pocos días. Su hija Hong padece parálisis cerebral y depende por completo de sus padres, que se preguntan quién la cuidará cuando ellos ya no estén.
En Hanói visitamos un centro de rehabilitación donde viven víctimas de segunda generación. Muchos sufren trastornos mentales severos. 4,8 millones de vietnamitas estuvieron expuestos a la dioxina y casi 3 millones murieron. Una cuarta parte del territorio de Vietnam del Sur resultó seriamente afectada entre 1961 y 1971, y la descontaminación total es una tarea díficil.
Espionaje y lucha clandestina en Saigón
Vu Minh Nghia perdió a sus hermanos en los bombardeos y, con 18 años, se unió a los comandos de Saigón. En 1968, durante la ofensiva del Tet participó en el ataque al palacio presidencial; fue capturada y torturada durante seis años. Ahora, al hablar de ello, prefiere "tratar de olvidar".
En la misma ciudad, la cafetería Do Phu fue un centro secreto del Vietcong. Tran Vu Binh, hijo de su fundador, convirtió el local en museo para que los jóvenes no olviden los acontecimientos de aquel entonces. Durante la guerra ocultó su parentesco: su madre y él habrían corrido la misma suerte que su madrastra, muerta bajo tortura en 1964.
Una nueva generación mira adelante
Do Nam Khanh, de 19 años, perdió la vista por cataratas congénitas ligadas al agente naranja que afectó a su abuelo. Estudia en la Universidad de Hanói y sueña con ser presentador. "Quiero inspirar a otros como me inspiraron a mí", dice.
La voluntad de seguir adelante une a estas historias. Entre tumbas sin nombre, suelos contaminados y recuerdos de túneles sofocantes, Vietnam carga con un legado de dolor, pero también con una determinación que —como dicen sus habitantes— se hereda.