Perú, con su vasta costa frente al Pacífico, es un país rico en cultura y tradición. En el pequeño pueblo de Huanchaco, los pescadores han mantenido viva la práctica de navegar en los milenarios "caballitos de totora", embarcaciones artesanales que se remontan a tiempos prehispánicos. Se dice que estas tablas fueron las precursoras del surf en el hemisferio.
Sin embargo, la tradición enfrenta serios desafíos. El cambio climático, la pesca industrial y la urbanización han reducido los campos de totora, la planta esencial para la construcción de estas embarcaciones.
La nueva generación
Santos Urcia, un pescador de 73 años, comparte su experiencia y el arduo proceso de fabricar un caballito, que incluye cortar y secar la totora, un trabajo que requiere dedicación y habilidad.
A pesar de su amor por la pesca artesanal, Santos observa cómo sus hijos muestran reticencia a seguir este legado. La llegada del surf ha transformado la dinámica del pueblo, atrayendo a turistas y ofreciendo nuevas oportunidades económicas, aunque también plantea la pregunta de si esta nueva práctica puede coexistir con la pesca tradicional.
La diversificación económica
Mientras los jóvenes se lanzan a las olas, los pescadores veteranos luchan por preservar su forma de vida. La comunidad de Huanchaco se enfrenta a una crisis que amenaza su identidad cultural. La contaminación y la sobrepesca han llevado a una disminución de los recursos marinos, lo que complica aún más la situación.
A medida que el turismo se convierte en una fuente vital de ingresos, la familia de Santos ha diversificado sus actividades, combinando la pesca con la artesanía. Rosa, su esposa, elabora adornos que complementan los caballitos, asegurando así un ingreso adicional.
Un futuro incierto
El futuro del caballito de totora y la pesca artesanal en Huanchaco es incierto. Sin embargo, la esperanza persiste en la comunidad, que busca soluciones y apoyo para proteger su legado. La historia de Santos y su hijo Juninho, un destacado surfista, simboliza la conexión entre el pasado y el futuro, recordándonos que la tradición y la innovación pueden coexistir si se les da la oportunidad.
La lucha por la conservación de esta rica herencia cultural continúa, y es fundamental que se escuchen las voces de quienes defienden su historia. La preservación del caballito de totora no solo es una cuestión de identidad, sino también de sostenibilidad para las futuras generaciones.