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¿Santa Omayra? Los 'milagros' de la niña que murió ante las cámaras en la peor tragedia de Colombia

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La anunciada erupción del volcán Nevado del Ruiz, el 13 de noviembre de 1985, dejó una profunda herida entre los colombianos por la falta de previsión estatal y la transmisión en vivo del fallecimiento de una menor de edad.
¿Santa Omayra? Los 'milagros' de la niña que murió ante las cámaras en la peor tragedia de Colombia

La niña Omayra Sánchez, fallecida luego de días de agonía en el lodo tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz, podría pasar de ser el doloroso símbolo del mal manejo estatal de una de las peores tragedias naturales en Colombia a convertirse en una santa.

Desde hace un par de años, la abogada colombiana Natalia Bernal Cano impulsa en el Vaticano la causa por la beatificación de Omayra, una adolescente de 13 años que vivía en el municipio de Armero (Tolima), a unos 50 kilómetros de distancia del volcán, cuando la noche del 13 de noviembre una avalancha de barro sepultó su casa.

En un texto de Semana, la experta en derecho constitucional, que reside en Francia, asevera que promueve la beatificación de la niña porque "ofrendó su vida en aquella emergencia para salvar a otros y por los milagros que hace en la tierra".

En las redes circula un video, publicado en 2023, donde Bernal Cano pide a quienes hayan "recibido curaciones por mediación de Omayra" que se comuniquen con ella. Ese mismo año, la abogada visitó de manera furtiva el hospital donde se encontraba internado el fallecido papa Francisco, luego de una intervención quirúrgica, y le entregó a uno de sus guardaespaldas una carta con la petición. 

La propuesta de beatificación

Tras la muerte de Omayra, sostiene la abogada, "se empezaron a materializar milagros". Una muestra de ello es que su sepulcro, en el cementerio de Armero, se ha convertido en un lugar de peregrinación donde varias personas han dejado placas de agradecimiento "por los favores concedidos".

Según el registro de la jurista, unas cien familias colombianas y de otros países le han pedido a la niña que interceda ante Dios por la recuperación de otros infantes, por embarazos de alto riesgo o por la sanidad de los enfermos.

Además de Bernal Cano, una delegación del Tolima le pidió al papa Francisco, en su visita al país suramericano, en 2017, que respaldara la beatificación de la pequeña armerita

Ante su solicitud, el Vaticano le respondió que la Conferencia Episcopal de Colombia debería liderar el proceso, sin embargo, la jurista tiene dudas del empeño que pueda tener la institución eclesiástica para lograr ese objetivo.

A pesar de las dudas de Bernal Cano, la iglesia católica conoce de cerca esta tragedia, que causó por lo menos 25.000 muertes y que arrasó con por lo menos el 80 % la población de Armero. Un año después de la erupción del volcán, en 1986, el papa Juan Pablo II visitó el sitio y lo declaró como camposanto.

El rescate

La vivienda de Omayra fue destruida por los lahares o flujo de sedimento y agua proveniente de las faldas del volcán debido a que la lava derritió parte de su glaciar. Su padre y su tía intentaron salvarla empujándola hacia la superficie, pero murieron en el lugar.

Un rescatista divisó que la cabeza de la adolescente se movía en un charco, recoge Semana. Al acercarse, percibió que medio cuerpo estaba atrapado entre placas de hormigón, lo que imposibilitaba sacarla de allí con una motobomba que estaba en Medellín y que no llegó.

El joven, que tenía entonces 20 años, acompañó a la adolescente durante 60 horas. En sus últimas horas con vida, la niña mostraba su preocupación por sus responsabilidades escolares. "Voy a perder el año porque ayer y hoy falté a la escuela", recuerda en una entrevista el escritor y periodista Germán Santamaría, que estuvo cubriendo el desastre natural.

"Mamá, si me escuchas, que yo creo que sí. Reza porque yo pueda caminar y esta gente me ayude", fue una de las frases que pronunció durante su agonía, publicó El Tiempo.

Las últimas horas de Omayra

La adolescente permaneció desde el miércoles, cuando ocurrió la tragedia, hasta el sábado a la espera de la ayuda que no se concretó. Había opción de salvarla con una motobomba o amputándole las piernas, pero no había condiciones, en medio de la situación catastrófica. 

"Nunca vi a alguien morir tan valientemente, con valor, con dignidad y cantando, porque cantó unas seis horas antes de morir", aseveró Santamaría al relatar lo ocurrido durante el tiempo que pasó junto a la niña.

Durante las horas que estuvo atrapada, a su alrededor se turnaban voluntarios, periodistas y rescatistas. Le daban la mano, le cantaban, la ayudaban a mantenerse despierta y con esperanza. Santamaría registró una frase que la niña les dijo con una lucidez conmovedora: "Váyanse a descansar un ratico y después vengan y me sacan de aquí". 

"Ya el Señor me está esperando", soltó al notar que no llegarían a sacarla a tiempo. Finalmente, murió el 16 de noviembre, luego de tres días de lucha. Quienes se estaban con ella en ese momento, aseguraron que antes de cerrar sus ojos para siempre, los miró con una leve sonrisa. 

Cuando la pequeña murió, le preguntaron a Santamaría qué hacían con el cuerpo. Tras pensarlo por unos segundos, dijo: "Aquí vivió, batalló y murió. Dejémosla aquí, suéltenla". De inmediato se hizo un remolino y Omayra se hundió. 

"Ahí me encontré con Carlos Caicedo [fotógrafo y escritor], nos abrazamos y lloramos infinitamente", recuerda conmovido.

Las advertencias que nadie quiso escuchar

Antes de que ocurriera el devastador terremoto que sacudió a Ciudad de México, el 19 de septiembre de 1985, el entonces alcalde de Armero, Ramón Antonio Rodríguez, le dijo a Santamaría que a unos 15 km de ese municipio había una "bomba de tiempo", pues el río Lagunilla estaba represado desde hacía más de seis meses, lo que se avizoraba como una catástrofe si el volcán hacía erupción. "Armero va a poner los muertos, porque la avalancha del deshielo rompe la represa y nos destruye a todos", dijo la autoridad local, según la crónica publicada por el periodista en El Tiempo.

Un mes más tarde, el alcalde aún insistía en la necesidad de que se dinamitara la represa y se evacuara la población de Armero. Relató que cuando le comentó en una reunión sus temores al entonces gobernador del Tolima, Eduardo Álzate García, y a un grupo de sus colaboradores, se rieron de él.

Su insistencia no vio frutos, pues incluso le ordenaron no hablar del tema, lo que lo sumió en una gran preocupación. En un debate parlamentario al que asistió, la discusión del tema seguía sin causar alarma e incluso uno de los congresistas cortó diciendo que más daño hacían los rumores que las cenizas del volcán.

A pesar de sus esfuerzos por evitar la catástrofe, la noche de la tragedia Rodríguez llamó a través de un radio portátil a la Cruz Roja para dar un parte de lo que ocurría. En un momento interrumpió la conversación para decir: "Se nos entró el agua". A partir de ahí no se supo más de él, relató Santamaría.

Conforme a lo contado por el cronista, los sobrevivientes culpaban al Gobierno del entonces presidente Belisario Betancourt, pues consideran que desestimó la gravedad de lo que estaba por ocurrir. Incluso, a finales de 1984 se había advertido sobre el incremento de actividad del volcán, lo que tampoco fue escuchado.

A 40 años de esta tragedia que dejó profundas huellas de dolor y que marcó un cambio en la prevención y atención de desastres en Colombia con la creación del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (SNGRD), se tiene previsto realizar este jueves una celebración eucarística y un velatón en el Parque de los Fundadores, en las ruinas del municipio. Asimismo, se esparcirán pétalos de rosas en el terreno declarado como camposanto.

Para saber más detalles sobre el dramático caso de Omayra, lea nuestro artículo.

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