El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, ha decidido jugarse todas las cartas al mismo tiempo y tratar de hacer una transformación histórica en Ecuador que le permita mantener su hegemonía política y no "resbalarse", como le ha pasado al resto de gobiernos de derecha que han tratado de tomar, infructuosamente, este tipo de decisiones.
Por un lado, ha llamado a una consulta popular que, entre otros temas, plantea una Asamblea Constituyente para cambiar de manera definitiva la "Constitución de Montecristi" impulsada por la Revolución Ciudadana, como se denomina el movimiento fundado por el expresidente Rafael Correa (2007-2017). Para realizar dicha convocatoria, ha abierto un pulso público con la Corte Constitucional que en primeras de cambio suspendió el decreto de convocatoria por considerarlo inconstitucional.
El referéndum también incluiría preguntas sobre el regreso de las bases militares extranjeras (prohibidas en la actual Constitución) y la eliminación del financiamiento estatal a los partidos políticos.
Pero en paralelo, Noboa suprimió la subvención al diésel y su precio se disparó en un 40 %. Una medida similar que históricamente ha sido la gran mecha que prende todas las insurrecciones que han arrinconado a varios mandatarios desde los años noventa, hasta el antecesor de Noboa, el expresidente Guillermo Lasso, quien después de la rebelión popular de 2022 tuvo que decretar la "muerte cruzada" y adelantar elecciones tanto presidenciales como legislativas, cuando apenas tenía dos años de gestión. También en 2019, una decisión similar del entonces presidente Lenín Moreno lo puso contra la pared hasta el punto que tuvo que abandonar la sede del gobierno en Carondelet, en Quito, rodeado entonces por las protestas, y trasladarse de emergencia a Guayaquil. Ambos terminaron revirtiendo la medida.
En esta ocasión la reacción de los movimientos populares no ha sido diferente.
Noboa suprimió la subvención al diésel. Una medida similar que históricamente ha sido la gran mecha que prende todas las insurrecciones que han arrinconado a varios mandatarios desde los años noventa.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), el mismo actor que ha protagonizado la conflictividad en las últimas tres décadas, ha convocado un "paro indefinido" en contra del aumento del combustible. Al mismo reclamo se han venido sumando, día tras día, nuevas organizaciones de base, territorios y gremios rurales y urbanos. Los cortes de ruta se han multiplicado y las manifestaciones están llegando a las ciudades, como Latacumba, en la provincia de Cotopaxi, un lugar marcado por la fuerte presencia indígena donde la semana pasada Noboa trasladó temporalmente la sede del ejecutivo, lo que puede analizarse como un desafío al movimiento indígena.
Como sabemos, Ecuador es una nación tremendamente conflictiva. Las manifestaciones contienen mucho arraigo social y no son llevadas a cabo necesariamente por un partido, sino por un sinfín de organizaciones de base y populares, indígenas y campesinas, así como por gremios urbanos como transportistas, taxistas, camioneros y universitarios.

Para sumar ingredientes al cóctel, esta misma semana el país se levantó con la noticia de un motín en la cárcel de Machala en la provincia de El Oro, que dejó como resultado 13 reos y un guardia muertos. Este acontecimiento da cuenta que el presidente no ha podido controlar los centros de reclusión, lo que era una oferta electoral neurálgica en su campaña electoral.
Entonces, las preguntas que saltan a la vista son: ¿qué puede hacer Noboa para no sufrir la misma suerte de sus antecesores ante un decreto similar al que ellos intentaron y tuvieron que retirar?, ¿qué decisión estratégica puede estar tomando cuando combina una medida abiertamente impopular que podría tener resultados inciertos, con un proceso electoral que tratará de iniciar un cambio constitucional profundo?
Noboa aprovecha el momento
Noboa, a diferencia de experiencias precedentes, se ha preparado mucho mejor para afrontar la coyuntura y una frase suya reciente es una buena fotografía para distanciarse de los presidentes anteriores que lucían avejentados y disminuidos ante cada encrucijada de este tipo: "antes de que me quieran hacer retroceder, yo prefiero morir".
Apenas comenzaron las manifestaciones, declaró un "estado de excepción" con "toque de queda nocturno" en ocho provincias, el cual entró en vigor el 16 de septiembre y se extenderá por sesenta días. La razón esgrimida ya daba cuenta de lo que se venía: "grave conmoción interna".
Desde el día 1 reprimió las manifestaciones, las catalogó de "terroristas" y, para alinearse con el discurso de Washington, denunció que las financia el Tren de Aragua, la organización criminal declarada "terrorista" por Washington. También organizó manifestaciones a su favor, lo que le distingue de otros mandatarios: está luchando la calle.
Pero no solo instaló un discurso represivo, también trató de darle un "rostro humano" a la decisión de subir el diésel, diciendo que es una medida necesaria para disponer de los recursos para financiar a emprendedores, así como diversos programas sociales, incluyendo el "bono de desarrollo humano" y generar "capital semilla" para agricultores. Además, según planteó, el aumento a la gasolina funcionaría para combatir a las mafias de contrabandistas y minería ilegal que se llevaban el combustible subsidiado a otros países. En realidad, esta resolución es una demanda del Fondo Monetario Internacional (FMI), que en 2024 aprobó un préstamo de 4.000 millones de dólares que desembolsa progresivamente en la medida que el gobierno ecuatoriano cumple con una serie de metas fiscales.
Mientras tanto, la diatriba sobre el llamado a Constituyente mantiene "caliente" las relaciones institucionales con la Corte Constitucional.
Apuesta arriesgada
En medio de esta conflictividad social e institucional, Noboa prefirió meter "toda la carne en el asador" y aún no sabemos si esto es una falta de visión estratégica o si justamente es todo lo contrario: podría estarse considerando lo suficientemente fuerte, políticamente, en este momento, para atravesar todos los páramos al mismo tiempo. Y es que no hay que negar que tiene algunos puntos a su favor.
Primero que nada tiene un apoyo incondicional de EE.UU. y del Fondo Monetario Internacional. El 3 y 4 del mes en curso recibió la visita del secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, y a partir de allí se aceleraron las decisiones que están desencadenando la crisis.
También a su favor, Noboa viene de ganar de manera cómoda, por más de 10 puntos, el balotaje de abril. Su partido, Acción Democrática Nacional (ADN), logró una especie de "empate técnico" de curules en la Asamblea Nacional con la Revolución Ciudadana (RC) del correísmo. Ciertamente, ADN tiene que negociar con otras fuerzas, pero pudo convertirse en la referencia de los sectores conservadores y dejar en minusvalía a otros partidos de derecha como el Partido Social Cristiano (PSC) que tuvo una baja histórica.
Otra fortaleza de Noboa es que con este "empate técnico" la Asamblea Nacional, siempre en oposición a los gobiernos de derecha, está prácticamente neutralizada. El Consejo Nacional Electoral (CNE) parece estar dispuesto a apoyar sus iniciativas de consulta, y el pasado martes, después de una serie de disputas públicas, la Corte Constitucional autorizó la convocatoria a Constituyente, aunque pidió cambios de forma, y no de fondo, en la pregunta del referéndum. Esto podría despejar definitivamente las vías institucionales para que se produzca el mismo.
Esta relativa fortaleza de Noboa y su partido pueden distinguirse con una debilidad coyuntural del "correísmo", que sigue siendo la primera fuerza legislativa y territorial, pero que ya lleva tres derrotas en fila en las presidenciales de 2021, 2023 y 2025. A su complejo momento se le suma que a finales de abril, ni su candidata, Luisa González, ni su líder histórico, Rafael Correa, reconocieron el resultado emanado por el CNE, aunque algunas figuras locales y regionales de la RC sí lo hicieron, y esa dicotomía, lógicamente genera algunas fricciones internas en el partido. Al no reconocer el resultado, también en cierta forma escruta el proceso electoral y a sus actores, lo que podría generar apatía y desmovilización en sus votantes para una coyuntura que se viene (probablemente en noviembre), y que es netamente electoral como sería una consulta pública y la posterior escogencia de los constituyentes.
Por ende, el correísmo tiene rápidamente que reunificarse y lanzar un mensaje electoral claro y unívoco para volver a interpelar no solo a su "nicho sólido" sino a quienes alguna vez le votaron, y así pasar la página de las denuncias contra la institucionalidad electoral del Ecuador y neutralizar el abstencionismo.
La decisión de aumentar el diésel no es poca cosa. De facto, unifica a actores encontrados como sectores de la Conaie y el correísmo.
Por otra parte, la Conaie también se ha venido debilitando. Su brazo electoral, Pachakutik, pasó de tener 27 diputados a solo 9 en la actual legislatura. Asímismo, el debate interno sobre el apoyo o rechazo al correísmo en los procesos electorales ha demostrado divisiones internas que todavía se evidencian en los actuales llamados a protesta.
Esta debilidad coyuntural de la RC y de la Conaie quizá es interpretada por Noboa como pertinente para lanzarse esta arremetida en diferentes frentes, tanto en las urnas como en la calle.
Sin embargo, la decisión de aumentar el diésel no es poca cosa. De facto, unifica a actores encontrados como sectores de la Conaie y el correísmo. Además hay que recordar que, consultas anteriores hechas por la primera administración de Noboa, como la realizada en 2024,tuvo resultados contradictorios: con apoyo a sus medidas en seguridad pero con rechazo a sus propuestas económicas, lo que indica que la población lejos de producir apoyos automáticos, tiene una visión crítica y sigue muy de cerca el acontecer político.
En esta ocasión, nuevamente el "voto protesta" puede ser definitorio para una elección de este tipo. Principalmente cuando se trata de la sustitución de una carta magna por otra.
Así las cosas, no está del todo dicho que el proceso constituyente de Noboa sea un éxito, sobre todo cuando las calles están encendidas, hay comisarías incendiadas, trancas de calle, descontrol en las cárceles y un malestar social en crecimiento.
El tacto político y la capacidad de movilización de las disímiles fuerzas opositoras será clave para el cambio definitivo en el modelo de nación que quiere llevar a cabo Noboa. ¿Tendrá el apoyo suficiente para llevar a cabo su cometido y fortalecerse en el poder, o sufrirá la misma suerte de sus antecesores? Eso lo sabremos en las próximas semanas.